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Jorge Oñate, la evolución del canto vallenato

En los años sesenta, los Corraleros del Majagual y Aníbal Velásquez  mandaban en la radio; pero en el año 1969 ocurrió en la región del valle del cacique Upar un acontecimiento extraordinario que cambió el mapa musical de Colombia: surgió el conjunto de los hermanos López, con su cantante Jorge Oñate. Ellos le dieron renacimiento al estilo de Luis Enrique Martínez, y asumen el formato del ya exitoso Alfredo Gutiérrez, quien por ser un modelo de los juglares, empieza a sentir la enorme competencia de esta nueva fórmula: acordeonista, cantante y compositores por separados. Son tres fuerzas con mucho poder. 

Oñate con una voz hermosa y tronante nos hace olvidar al ídolo  internacional del momento, el baladista español  Nino Bravo, y se produce una auténtica evolución de nuestra música. Los juglares eran muy buenos cantantes, pero no eran voces bellas. La voz de Jorge sonaba como si hubiese salido de un conservatorio español, afinada, voluminosa, bien timbrada, con una dicción elegante y melodiosa, con un valor agregado: el sabor vallenato puro. Cautiva a jóvenes y viejos.  

Nacen los reencauches como recurso de actualización de reconocidos clásicos. ‘Bertha Caldera’, ‘El cantor de Fonseca’ y ‘Qué dolor’  suenan en la voz de Jorge como si fueran de estreno, y  con estos cantos penetra todos los rincones de la costa Caribe y gran parte del país. ‘Noche sin Lucero’, ‘Igual que aquella noche’,  ‘Mi nido de amor’, lo meten en el círculo intelectual del país; ‘La vieja Sara’, ‘Rosa Jardinera’, ‘La mujer conforme’ y ‘Paisaje de Sol’, lo llevan a los grandes escenarios, viene la televisión, premios y galardones por ventas.

Oñate saca de las cantinas a las rancheras, los boleros,  las orquestas, realmente fue un hombre extraordinario, una bendición de Dios para nuestra música; en toda Suramérica no hay una voz como la de Jorge para cantar una música con raíces folclórica. Él es la evolución del canto vallenato. Jorge Oñate y el festival vallenato convierten a nuestra música en una industria productiva; todas las agrupaciones que facturan hoy día se lo deben a Jorge Oñate, él fue quien abrió el camino.

Nunca dejó de ser un hombre de pueblo, siempre vivió en su natal La Paz; contrario a muchos, él con los años se enamoró más de su esposa Nancy. Nunca grabó una canción mala.  Gracias ‘Ruiseñor de mi valle’ por darnos tanta importancia con tu voz y tú estilo. Gracias por cantar mi canción ‘Noche sin luceros’ y por grabar el primer autoanálisis que se hace en la música vallenata, ‘Cadenas’, paseo vallenato de mi autoría. Descansa en paz.

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Rosendo Romero Ospino: