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Jesús Namen, compone su regreso al Valle

Jesús Namen Chavarro se desempeña como Secretario General del Invima.

Un vallenato se destaca en el sector público nacional. En Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, ejerce la Secretaría General. Ha desarrollado promisoria carrera y experiencia. EL PILÓN en su afán de descubrir y resaltar personalidades del terruño en otros lugares y esferas, entrevistó a Jesús Namen Chavarro, de quien el solo nombre evoca al aguerrido dirigente político ya fallecido.

¿Cuéntenos quién es Jesus Namén?

Jesús Alberto Namén es un abogado, orgulloso de su origen y de su cultura vallenata, la que promueve de manera permanente en todas las esferas posibles. Reside en Bogotá hace más de 25 años, en donde ha tenido la posibilidad de crecer profesionalmente.
¿Sigue la vena política de su padre Jesús Namén Rapalino? ¿Nunca le llamó la atención ir a elecciones?

Jesús Namén Rapalino, mi padre, fue un hombre ejemplar. En todas sus actuaciones nos enseñaba, al lado de mis hermanos, cómo deben hacerse las cosas y por supuesto nos transmitía la vocación de servicio. He tenido la oportunidad de hacerlo como servidor público, en diferentes entidades del nivel nacional.
La actividad política es un tema de amplia complejidad que implica gran responsabilidad y compromiso. Siempre ha llamado y seguirá llamando mi atención.
¿Y de la vena musical qué?

Es un gran orgullo tener en nuestra familia a dos reyes vallenatos de la canción inédita, disfrutamos mucho al lado de ellos en la última versión del Festival. Los acompañamos en su participación. Para la familia Namén Rapalino y todos sus descendientes, serán por siempre los reyes de reyes.
La música vallenata está presente en todo momento, me gusta y la promuevo. Como acto de compromiso frente a estos dos reyes he incursionado en la composición y tuve la fortuna de que grabaran una de mis canciones, pero confieso que es muy alto el nivel impuesto por mis tíos Camilo y Melquisedec, Sin embargo, lo seguiré haciendo.
¿Qué relación tiene con el Cesar? ¿Quisiera estrecharla más?

Yo salí de Valledupar en el año 98 cuando terminé mi bachillerato para estudiar en Bogotá, pero en el Cesar está toda mi familia a quienes intento visitar permanentemente; mi hijo mayor, Jesús Guillermo Namén Aponte vive en Valledupar; mis tíos, mis primos, mis amigos de infancia, todos están allá. Ese deseo de regresar y radicarme en Valledupar siempre estará presente. El cariño que nos inculcó mi padre por su pueblo, Chimichagua, es un motivo que se suma a este anhelo de regresar.
¿Qué hace el Invima? ¿Cómo podría impactar nuestro territorio? ¿Cómo podría servirse el departamento de las tareas que adelanta?

Desde enero de 2015 se me presentó la oportunidad de desempeñarme como Secretario General del Invima, una entidad que llevo en mi corazón, en donde he afianzado mi compromiso como servidor público, en pro de todos los colombianos.

El Invima tiene como misión proteger y promover la salud, a través de la gestión del riesgo, asociado al consumo y uso de alimentos, bebidas alcohólicas y no alcohólicas, medicamentos, dispositivos médicos y cosméticos, entre otros. La labor se adelanta en beneficio de todos y sea este el canal para ponerme a las órdenes de todos los cesarenses, para apoyarlos en los temas pertinentes que tengan que ver con esta entidad.
Díganos algo de esa infancia vallenata y esos años juveniles. ¿Qué recuerda? ¿Nota muy cambiada la ciudad?

En gran medida la felicidad que me acompañó durante mi infancia y mi juventud se la debo al hecho de haberlas vivido en una ciudad como Valledupar. La tranquilidad en la que nos criamos, el cariño de la gente, el paisaje, la familia, los amigos, son recuerdos imborrables.
Como grandes recuerdos, las idas a la Plaza Alfonso López a ver en los quioscos a los aspirantes al rey en el

Festival, a Hurtado y al Rincón a disfrutar de las aguas frías del Guatapurí y esos amaneceres, en donde, no obstante las altas temperaturas que caracterizan a la ciudad, se divisan los picos nevados de la Sierra Nevada.

Noto muchos cambios, una ciudad en desarrollo con gente pujante, complacido porque el talante del valduparense, del vallenato, no varía. Sigue siendo un ser amable, sincero, emotivo, un buen anfitrión que atiende al foráneo haciéndolo sentir como en su casa.
¿Qué sueños o aspiraciones tiene?

Radicarme nuevamente en Valledupar y poder disfrutar de todas sus bondades. Esa es la meta final.

 

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