“No hay mal que por bien no venga”. A ese adagio popular podría apelar el vallenato Jeiner Galindo Alandete quien acaba de proclamarse como máximo artillero de la Liga Profesional de Fútsal colombiana. Antes de alcanzar el significativo logro individual con su club Sabaneros de Sincelejo – subcampeón del certamen de fútbol sala- Galindo pasó por el fútbol y el microfútbol.
Precisamente en este primer deporte vivió, quizás, su mayor frustración deportiva. Después de varios años de soñar con el balompié profesional en las divisiones menores del Valledupar Fútbol Club, el técnico de la época simplemente lo desechó junto a varios futbolistas jóvenes. “Eso me bajó la moral”, reconoce hoy.
Pero ese amargo momento era apenas la génesis de un cambio de rumbo positivo para su carrera. Pasó al microfútbol y jugó varios años con el Real Valledupar -que disputa el torneo profesional de esta otra disciplina- y de allí dio el salto al futsal, a principios de 2022, donde, en menos de 5 meses, mostró todo su potencial y se consagró con 20 goles como el mayor artillero del país en un deporte que apenas empieza a conocer a fondo.
“Las cosas se fueron dando, aportando con goles al equipo, ese título de goleador no lo esperaba porque primero que todo quería ser campeón, pero es una gran alegría ser goleador de un torneo tan importante. Me vine a experimentar y mire como salió”, afirmó el deportista de 24 años, en charla con EL PILÓN.
Proveniente de una humilde familia vallenata, residente en el barrio Los Músicos, el hijo de Pablo Galindo y Miryam Alandete ingresó con 14 años a la escuela de fútbol de Valledupar Fútbol Club. En el equipo verdiblanco, jugaba de volante ‘10’ y tenía mucha ilusión. Pero el episodio referido lo alejó del fútbol y lo acercó al fútbol de salón (o microfútbol).
Conformó la Selección Cesar de esta última disciplina para un torneo departamental en Bello, Antioquia, donde el entrenador William Dan Ariño lo fichó para su equipo profesional en 2018. A esas alturas, Galindo tenía claro que lo suyo era el deporte y no el estudio, por más que sus padres le habían aconsejado prepararse académicamente para asegurarse un futuro.
“Siempre mis padres estuvieron allí apoyándome en el fútbol, que no lo dejara pero que sí estudiara por si no resultaba… pero usted sabe que uno es terco, siéndole sincero el estudio no va mucho conmigo, me propuse a que iba a vivir de lo que me apasiona y le doy muchas gracias a Dios porque así se está dando”, reconoce ahora.
FUTSAL, LA TERCERA FUE LA VENCIDA
Durante tres años representó a la capital cesarense en el certamen profesional hasta el año pasado cuando el técnico Jairo Oviedo, actual técnico de Sabaneros, lo observó en un campeonato ‘relámpago’ y lo llamó para que probara suerte en su tercer deporte, el fútbol sala.
A pesar de estrenarse en esta competencia y conformar una nómina sin experiencia, el equipo de Sincelejo sorprendió y obtuvo el subcampeonato en una reñida final frente a Real Antioquia. “Un equipo totalmente nuevo en esta disciplina, primer año que participa y mire el logro que obtuvimos; es fruto de la unión, somos una familia, en los entrenamientos no nos ahorramos ni una gota de sudor, de la mano de Dios se fueron dando las cosas”, recalca Galindo que oficia de poste o lateral.
En el encuentro de vuelta, disputado este domingo en el Coliseo Tulio Ospina de Bello, Sabaneros estuvo a dos minutos de la gloria total cuando empataban 1-1 y se quedaban con el trofeo de campeón. Pero en dos minutos, se les escapó la serie y Real Antioquia festejó.
Sin embargo, la campaña fue destacada a nivel nacional y el botín de oro quedó en las manos del oriundo de Valledupar. “Sabor amargo por el subcampeonato, lo dimos todo en esa final, a falta de dos minutos íbamos ganando, éramos campeones, pero en dos desconcentraciones nos remontaron”, lamenta ‘Galo’, como es conocido por amigos.
MÁS QUE ADAPTADO AL FUTSAL
A nivel individual, la adaptación al nuevo juego no pudo ser mejor. Veinte celebraciones que lo encumbraron en la cima de la tabla de goleadores.
“Siempre me he caracterizado por tener buena pegada y el acompañamiento siempre en busca del gol, era mi primer campeonato que juego futsal, las reglas son distintas, pero son las mismas bases del fútbol de salón y por eso es que a uno no se le hace tan complicado”, admite el padre de Ana Margarita, que con apenas 24 días de nacida ya recibió varias dedicatorias. “Es mi motivo para salir adelante y hacer todo lo que estoy haciendo”, recalca Jeiner.
Por estos días, el orgullo del barrio Los Músicos de Valledupar descansa en familia mientras define su futuro, ya que tiene varias propuestas, entre ellas, una de Ecuador por parte de un club que quiere ficharlo a préstamo como refuerzo para la próxima Copa Libertadores de fútbol sala.
Tiene 20 motivos para estar orgulloso de su campaña, pero uno en especial, llamado Ana Margarita, para estar completamente feliz.
POR JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ VEGA / EL PILÓN