“Solo Dios y mi familia saben lo que viví, ahora quiero olvidar todo eso y jugar mis partidos de fútbol que es lo que me gusta y que vuelva la alegría a toda mi familia”, dijo Javier Flores, jugador del Junior de Barranquilla, quien anoche al cierre de la edición volvía a los partidos del fútbol profesional, después de aquel insuceso del cinco de julio del año pasado en el que disparó contra un seguidor del equipo barranquillero.
Flores entrenó ayer, junto al resto de sus compañeros, entre ellos el vallenato, Jaider Romero, en el parqueadero del Hotel Sicarare, horas antes del juego contra Valledupar F.C. por la primera fecha de la Copa Colombia.
Javier Flores manifestó sentirse nervioso antes del partido, pero que confiaba hacer las cosas bien en esta nueva oportunidad que le da la vida. Dijo que estuvo a punto de retirarse del fútbol, cuando los directivos del Junior le aconsejaron primero a Comesaña y luego a Umaña que no lo pusiera a jugar, pero dijo que gracias a Dios las cosas se han dado y que tras un partido amistoso donde jugó en Barranquilla, entendió que los directivos le darían la oportunidad.
Javier Flores dice que su vida ha cambiado y que ahora aprovecha para aconsejar a sus amigos a que den buen ejemplo, apartando el alcohol de las armas de juego.
El jugador espera actuar en el torneo de la primera división, por lo que dice que ahora todo depende del cuerpo técnico, aunque es consiente de que cuando juegue por fuera de Barranquilla los aficionados de los otros equipos le puedan insultar, pero manifiesta que tratará de dedicarse a lo que sabe hacer, el fútbol, sin prestarle atención a lo que le griten.