La Cumbre de las Américas, fue concebida como un vehículo para reunir a líderes de los países de Norte, Sur, Centroamérica y el Caribe, con el objetivo de promover la cooperación hacia el crecimiento económico y la prosperidad en toda la región, mediante principios como el respeto compartido por la democracia, las libertades fundamentales, la dignidad del trabajo y la libre empresa.
Ese pomposo propósito cumple 28 años, sin embargo, la situación socioeconómica de los países reunidos en las anteriores cumbres refleja todo lo contrario en materia socioeconómica.
Bajo el lema “Construyendo un Futuro Sostenible, Resiliente y Equitativo” del 6 al 10 de junio, en los Ángeles se desarrolló la IX Cumbre de las Américas. La cumbre no escapa de las recurrentes novedades ni de las situaciones coyunturales.
Las novedades de 2022 no son jocosas ni bochornosas, las circunstancias actuales están varios escalones arriba con signos que producen tensión e incertidumbre. El gobierno de Estados Unidos está cada vez más involucrado en el apoyo a la guerra en Ucrania, asimismo, en la defensa de los avances estratégicos y comerciales de China. Entre tanto, los países con que comparte el hemisferio conviven con las preocupaciones de los efectos pandemia de COVID-19 y las grietas que expuso en los sistemas de salud, económicos, educativos y sociales; amenazas a la democracia; la crisis climática; y una falta de acceso equitativo a las oportunidades económicas, sociales y políticas que supone una pesada carga para los más vulnerables.
Pese a las tensiones geopolíticas, la amenaza de recesión económica mundial y la ansiedad en torno al acceso de alimentos, todavía hay confianza en la globalización. Las irrupciones tecnológicas son inherentes a las necesidades de la gente de conectarse, por lo tanto, las demás actividades no deben desligarse.
Las conmociones que suceden en el mundo, obligan a cambiar las formas en las que se ha venido trabajando, para dar un salto hacia la localización de los beneficios para las comunidades y los países más vulnerables.
El contexto actual invoca reconversión en la orientación de los objetivos, la incursión de China en el continente americano con inversiones y avances comerciales, que en algunos países superan a Estados Unidos, inquieta al gobierno del presidente Biden. Sin embargo, según información recolectada por Barómetro los ciudadanos de las Américas no tienen mucha confianza en el gobierno de China. Por eso la cumbre de las Américas ha sido tomada por Estados Unidos como una oportunidad para reconectar con los países geográficamente cercanos, a través de una agenda ambiciosa que toca varios de los temas que preocupan a los ciudadanos, incluida la inversión económica para crear empleos en una región muy golpeada por la pandemia de coronavirus.
América Latina también requiere reorientar sus movimientos, las diferencias de carácter político, históricamente han imposibilitado la unidad americana. La región tiene el reto de superar el péndulo político que se mueve entre la estéril izquierda y la derecha, para encarar el progreso con hechos ciertos y entender las oportunidades de la globalización en bloque, en aras de tener mejores oportunidades con su gigante y poderoso vecino, para que las siguientes cumbres cumplan su objetivo. El próximo gobierno de Colombia está notificado; y, seguramente, informado de la desafectación de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la IX cumbre de las Américas.