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Irresponsabilidad, intolerancia y desmanes ¿hasta dónde llegaremos?

A través de las redes sociales observamos muchos casos de irresponsabilidad, desmanes que son frutos de la intolerancia y que desde luego miden de manera drástica el nivel de descomposición social que estamos viviendo.

Los hechos de las imágenes que llegaron a mi celular, dan cuenta de un joven que, en un lujoso carro, atropelló a unas personas en un sector de Valledupar, el personaje al parecer estaba ebrio y al darse a la huida chocó contra otros vehículos.

La situación se le complica pues un tumulto de personas le agreden y se van lance en ristre contra el carro, lo revientan con palos, piedras y cascos. 

A él lo sacan a las malas del vehículo y comienzan a golpearlo sin consideración alguna. Muchas personas grabando, algunos incitan la violencia y gritan que revienten el carro y que le den duro al conductor.

Se ha vuelto costumbre, tomarse la ley por mano propia y castigar al infractor de forma salvaje; esto no fue lo que Dios nos enseñó.

Romanos 12:17-19 expresa: “Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: ‘mía es la venganza, yo pagaré’, dice el Señor”.

Es cierto que el dolor propio es incomprendido por otros; cada quien sufre por el daño que a su alma le hacen. Pero es inaudito que terceros se den a la tarea de tomarse la justicia a ‘motu proprio’

Qué sentimos la orfandad en la justicia, es verdad; que nos sentimos desprotegidos y que muchas veces vemos inclinarse la balanza de la injusticia hacia el lado de los menos favorecidos, de los más pobres.

Como si de verdad los ricos y pudientes tuviesen la potestad de la vida del que menos plata tiene o del menesteroso, por esa sencilla razón, ser pobres, eso también es verdad.

Pero nada justifica, bajo ninguna circunstancia, que cada uno pretenda tomarse la justicia por sí mismo. Como aplicando siempre la famosa ley del talión.

El término ‘talión’ deriva de la palabra latina tallos o tale, que significa ‘idéntico’ o ‘semejante’; de donde deriva la palabra castellana ‘tal’, de modo que no se refiere a una pena equivalente sino a una pena idéntica. La expresión más conocida de la ley del talión es el pasaje bíblico «Ojo por ojo, diente por diente, pan por pan»

Pero no, imaginémonos cada uno armado, pistola al cinto, al mejor estilo vaquero del oeste; la ley del más fuerte, del más osado y entonces valentonados cada uno haciendo lo que quiere. 

Igual eso lo estamos viviendo, es cierto. Pero de manera soterrada, con policías y ejército mostrándose aún como autoridad.

Volvamos al caso, del joven del carro, nadie está exento de sufrir un accidente, eso es cierto, a cualquiera le puede pasar, se podría justificar, pero le pasa más al que sale a beber sin control, el que, bajo los efectos de la droga, combina la gasolina con la irresponsabilidad, a ese le puede pasar con más vera.

Vamos a cuidarnos, a ser más responsable, a respetar las normas, es de elemental conducta razonable. Sólo Eso.

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Eduardo Santos Ortega Vergara: