Por Miguel Aroca Yepes
Lo que funciona no se toca, hacer lo contrario es retroceder, lapidaria frase en la que podría estar inmersa la RAE con el anuncio de suprimir algunas letras del alfabeto.
En gracia de discusión se le hacen reparos a la Real Academia Española por reformas que, si bien implican en el alfabeto, impactan negativamente en la gramática.
Se rompe la fonética al suprimir la ‘RR’ como se muestra en la retahíla escolar de antaño, para pronunciar: “RR con RR, cigarro. RR con RR, barril. Rápido corren los carros, cargados de azúcar del ferrocarril”, esto para demostrar la sonoridad de la ‘RR’. Se admite que una persona con ‘frenillo lingue’ no pronuncie bien la ‘RR’, por defecto físico al pegar la parte de abajo de la punta de la lengua a la base de la boca, dificultad que le impide pronunciar la ‘RR’, entonces dice cigaro, baril, caro o ferocaril, pero inadmisible que en condiciones humanamente normales se pronuncien mal las palabras.
Si revisamos nuestra lengua, el latín le hizo un aporte aproximado del 70% al español; el griego un 20%, el árabe un 8% y un 2% es evolución propia, traducida en charadas, gracejos, neologismos, arcaísmos, regionalismos, chistes, parodias, barbarismos, extranjerismos, etc.
Se intenta castellanizar escribiendo ‘Catar’ con ‘C’ y no ‘Qatar’ con ‘Q’, una consonante propia de la lengua arábiga, epicentro del Mundial de Fútbol, pero igual la RAE suprime la ‘Ch’ y la ‘LL’, reforma en la que el alfabeto dice una cosa y la lectura y escritura otras, para lo cual justifica igualarnos con lenguas de otros países, que no tienen dígrafos o consonantes compuestas, que son las que forman 2 letras iguales o distintas, como es el caso de la ‘Ch’, la ‘W’, la ‘Ll’ y la Q, porque sin la U no suenan las silabas “QUE ni QUI”.
Es el análisis crítico constructivo del experto en el tema, el licenciado en Lenguas, Jaime Gómez Bolívar. Y a propósito la RAE tampoco se detiene en la ‘i’ latina, que de vocal pasa a ser consonante y asume las funciones de la ‘i’ griega, comúnmente llamada ‘i’ de horqueta (Y), lo que enreda aún más la escritura, para escribir y pronunciar Paraguái en lugar de Paraguay y Uruguái y no Uruguay, ambas tildadas, con lo cual se pierde la estética en la construcción de la frase, y para colmo se mete la rectora de la lengua española con el latín, que lo que hace es darle realce a nuestro idioma.
Es que no vamos muy lejos, con ocasión de la pandemia, la RAE obligó a decir la Covid y no el Covid, así la primera expresión sea cacofónica, es decir, con mal sonido al ser pronunciada, cuando es más fácil y audible decir el Covid 19.
Lo que funciona no se toca, y si se toca es involución, cambios que equivalen a un proceso regresivo, con un alfabeto de 30 letras que hoy se reduce a 27, conformado por 22 consonantes, 5 vocales y 26 fonemas, ya que la ‘h’ es muda o sin sonido, cambios que lejos de aclarar, generan confusión, en desmedro de parámetros etimológicos, morfológicos, sintácticos, fonéticos, semánticos u ortográficos, reforma que afecta las 6 ramas de la gramática.