“… y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”. San Juan 14,21
Pasada la celebración de Noche Buena, nos preparamos para recibir el año nuevo, año de la visión perfecta: 2020. Como es costumbre, reflexionamos acerca de las cosas que hicimos o dejamos de hacer. Y en procura de tener un buen año, medito en la razón del éxito de Jesús: Llegado el momento de marchar hacia la Cruz, pudo declarar confiadamente que había completado la obra que se le había entregado que hiciese. No es lo mismo esforzarse por lograr algo y hacer lo que se puede, que concluir exitosamente lo que se nos ha entregado para hacer.
Creo que el secreto para terminar con éxito su labor se encuentra en la absoluta unidad que sostenía con el Padre. Notemos que Jesús no emprendía proyectos por cuenta propia, sino que se unía a los del Padre. Por supuesto que, es más fácil elaborar nuestros propios planes y luego pedirle a Dios que los bendiga. Sin embargo, los proyectos que avanzan son aquellos que coinciden plenamente con los propósitos de Dios en el tiempo y lugar donde nos encontramos.
El discernir y conocer las intenciones y planes de Dios, requiere de revelación y esta se da en el secreto de la intimidad, en el cuarto de oración, en la privacidad de la relación personal. De lo contrario, estaremos dando tumbos y palos de ciego frente a los desafíos de la vida.
En este pasaje, el Padre, por el amor que lo unía al Hijo, le revelaba sus proyectos. La fortaleza de la relación que disfrutaban llevaba a que el Hijo participara de las intimidades del corazón del Padre. ¡La intimidad y la confianza se basan en la sumisión y la obediencia!
Caros amigos: En este año próximo de la visión plena, no podremos avanzar con éxito si no estamos plenamente plantados en los proyectos de Dios. Es menester que el Padre nos muestre su corazón y nos revele sus propósitos; y solamente lo hará con aquellos que demuestran su amor y compromiso incondicional a él. La buena noticia es que, esa intimidad está disponible para todos los que quieren alcanzarla.
El corazón bondadoso de nuestro Dios está mucho más interesado que cualquiera de nosotros, en que vivamos una vida de plenitud. Para esto ha hecho amplia provisión, poniendo la Palabra al alcance de todos los que aman la verdad. Además, a esta generación le ha dejado la ayuda del Espíritu Santo, quien nos recuerda a cada paso cómo vivir en victoria para Dios.
Así pues, creo que el requisito para disfrutar de buenos tiempos en este año 2020 consiste en la intimidad y el compañerismo con Dios y la obediencia y consonancia con su Palabra. ¡Que Dios nos conceda un nuevo año bendecido y en victoria!
¡Feliz año nuevo!