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Interpretación simplista de los ‘aruspices’ de la derecha

Estrepitosamente simples, absolutamente predecible las opiniones, interpretaciones y presagios de los voceros de la derecha colombiana sobre la jornada de paro en la que la ciudadanía multitudinariamente salió a protestar retando la pandemia, el miedo a algunos miembros del Esmad que con sus atrocidades desencadenaron masacres en movilizaciones previas. 

Tan predecibles esas opiniones que seguramente tenían un libreto para el escenario del fracaso de la convocatoria y otro en la eventualidad del éxito -tal como ocurrió-. Obviamente dentro de tantos hechos positivos resaltan lo marginal y negativo.

 El epicentro de los dardos, descalificaciones y diatribas tienen a Petro como el mayor y casi que único destinatario y surgen de los oscuros deseos y prejuicios de un sinnúmero de militantes cerriles. Petro objeto de la artillería pesada de los cuestionamientos: “Responsabilizado del vandalismo y de los aspectos negativos marginales de las manifestaciones”, inevitables en un contexto como el nuestro.  

Los descréditos apuntan al individuo como tal, no han leído su programa de gobierno, no conocen su plataforma política. Es que ni siquiera leen los postulados de su propio líder. Mal podrían entonces dedicarse al de su principal contradictor. Para poder cuestionar al contendiente con argumentos veraces y sólidos, es menester leerlo, conocerlo. Pero no, priman las emociones y los prejuicios.

Prosiguen su estrategia del miedo como instrumento de manipulación política, perseveran en la corroída tesis de la venezolanizacion de Colombia. Patética carencia de imaginación y creatividad. Argumento absurdo, ya que emular a Petro con Maduro es como comparar a Uribe con Sor Teresa de Jesús.

 Tres años de este aciago gobierno y siguen defendiendo lo indefendible. En una suerte de prestidigitación analítica reconocen que el sistema político y económico imperante es el responsable de la crisis, de la inconformidad ciudadana. Acuden a una especie de adanismo. Es decir, Duque es una víctima del sistema, le legaron: crisis fiscal, corrupción,  problemas de orden público, y de ñapa le cayó la pandemia.

 Nada más mentiroso, los problemas de este gobernante habían salido a relucir en la precrisis sanitaria. Se han agudizado por su incompetencia. Funge como escudero de quien también aporta su cuota y alta dosis de responsabilidad en el estado de cosas que padece el país. La crisis no es coyuntural, es de índole estructural. La pandemia simplemente acentuó y puso dramáticamente al descubierto las falencias del régimen. 

Cuando baja la marea se saben quiénes nadaban desnudos. 20 años engrampados bajo un sofisma. El régimen se está despojando de la careta, estamos apreciándolo en su real dimensión depredadora, corruptible hasta la medula, desinstitucionalizador. Los enemigos de las instituciones están dentro de ellas, las controlan y manipulan a su antojo. Pretenden buscar el ahogado río arriba.   

Bogotá ciudad apreciada por el nivel de opinión y formación de sus electores. Conoció su ejercicio administrativo y político. Allí tiene Petro la mayor acogida en términos porcentuales y absolutos según recientes mediciones. 

De manera que es un disparate, una insensatez prevenir una  posible  venezonalizacion de Colombia en manos de un gobierno de Petro. Esa tesis descabellada es una necedad, un invento insostenible. Salvo que los detractores de Petro consideren estúpidos e incapaces de discernir entre lo adecuado y lo inadecuado a los ciudadanos capitalinos.

 Con absoluta seguridad los que promueven a ultranza los postulados defensores del Establecimiento, quienes tildan a Petro de enemigo público número uno estarán celebrando que Uribe fiel a su estilo convoque a las fuerzas militares a las calles a sofocar expresiones de inconformidad, descontento, injusticia e inequidad contra el régimen corrupto, mentiroso, caduco. 

¿Habrá mayor forma de incitar a la violencia que esa? En la memoria reciente permanecen 6.402 falsos positivos. Es menester evaluar seriamente quién es el enemigo público número uno. El público no es un puñado de privilegiados, público es un concepto que atañe a conglomerados.

Subsiste un video de un manifestante del Centro Democrático en una de sus “legitimas” marchas vociferando amenazante: “Bala es la que hay”.

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José Luis Arredondo Mejía: