“Cuando se arreglen las cosas en nuestro país, nos vamos de este pedazo de país de Colombia en donde todo hay que pagarlo”, esta frase con mucho contenido de torpeza y desprecio, me rechina en la cabeza cada vez que la recuerdo. La escribió en Facebook, una mujer venezolana.
Hago claridad, que tengo mucha gratitud de gente valiosa, altruista y generosa de la República Bolivariana de Venezuela; incluso, celebré por convicción la llegada del Coronel Hugo Chávez, a la Presidencia, porque ese país requería otro ideal en su sistema político. Terminaba la hegemonía política de la derecha con el golpista Rafael Caldera.
En este sentido, por la muerte prematura, hoy, no podríamos medir si fue Chávez quien equivocó su política económica o su sucesor, Nicolás Maduro, ha sido inferior al reto revolucionario; tampoco podríamos señalar que todo se debe al bloqueo económico de Estados Unidos. Incluso, tampoco se ha podido entender por qué el Presidente Duque y su Ministro Holmes Trujillo ensañan una política en contra de aquel régimen de izquierda, cuando Colombia y Venezuela son dos países totalmente disímiles en cuanto a su estructura de gobierno (llamase sistema de gobierno).
Pero dejo ese tema ahí en discusión, porque no es el resorte especifico de esta columna periodística. Repito que le tengo gratitud y respeto a la gente y a las instituciones venezolanas, por muchas razones. Una de ellas, tal vez la más valiosa, fue que cursé un doctorado en Ciencia Política en la Universidad del Zulia y allí tuve el privilegio de conocer gente muy meritoria como al ilustre docente Reyber Parra Contreras (al final director de mi Tesis Doctoral: “Comportamiento de la abstención electoral en la democracia representativa colombiana”. También, por razones que no profundizaré hoy, decidí no escribir sobre la problemática política, económica y social del vecino país en atención a no equivocar mis apreciaciones y teorías al respecto.
Quiero esbozar hoy otro tema tan delicado para los dos países y tiene que ver con la migración a Colombia. La frase al comienzo de esta columna, repito, me llenó de incertidumbres porque se muestra a una ciudadana insinuando condiciones inexactas y arrogantes, porque las estadísticas señalan que Colombia y otros países fronterizos han tenido que soportar una “carga” poblacional y no estaban preparados.
Las estadísticas revelan porcentajes delicados en cuanto al crecimiento de violencia e inseguridad, por la presencia de venezolanos en Colombia y especialmente en Valledupar, Codazzi, Riohacha, etc.
Inclusive, unos venezolanos reconocen que muchos de sus paisanos han venido a delinquir a Colombia. “A mí me atracó un maracucho, lo fui a buscar donde vivía y me dijo un hermano que se había ido para Maracaibo”, contó Javier Estrada.
Las autoridades de Policía del Cesar, aseguran que el índice sobre la presencia de delincuentes venezolanos en bandas colombianas es alto y precisa: “yo conozco a muchos que por unos reales hasta se atreven a asesinar”, agregó.
En fin, no sorprende que las estadísticas que manejan las autoridades señalan que en cada tres hechos violentos hay presencia de venezolanos.
Se incluye el crimen cometido el martes anterior contra el médico Walfran Suárez Infante, en su casa del barrio San Joaquín de Valledupar, quien se desempeñaba como auditor de cuentas en la Secretaría de Salud del Cesar. La Policía indica que los autores fueron dos venezolanos que –al parecer- eran conocidos suyos. Pregunto: ¿Por qué un colombiano debe identificarse plenamente en Colombia y a un venezolano no les piden identificación? ¿Quién es el delincuente? Hasta la próxima semana. tiochiro@hotmail.com. @tiochiro