La vivienda de Miriam Ruíz Martínez, en la invasión Nuevo Milenio, en el sur de Valledupar, empezó a ser derrumbada por contratistas del municipio, cuando aún había personas en el interior. El hecho se presentó el pasado jueves, a las 2:30 de la tarde, y según la afectada, pudo haber ocurrido una tragedia.
Ruíz reconoce que se encontraba desde hace 18 años en predios ajenos, pero no había llegado a una conciliación con el consorcio Nuevo Milenio –ejecutor del proyecto de mejoramiento integral del barrio Nuevo Milenio- y Fonvisocial. En consecuencia, considera que el hecho no se trató de un accidente sino de un acto premeditado, sin aviso previo, como legalmente debió ser.
Por su parte, Jorge Luis Arzuaga, abogado de las 24 familias que aún no han conciliado la entrega de los predios municipales que invadieron hace 18 años, manifestó que la semana anterior se cumplió una reunión entre el consorcio, Fonvisocial y las familias que faltan por negociar, y allí lo único que se logró fue que el valor de compra de las mejoras de vivienda ascendiera de 14 millones de pesos a 17 millones.
“¿Dónde se consigue con 17 millones de pesos una vivienda en Valledupar? En esa invasión vive mucho desplazado, víctima del conflicto. De esa reunión se quedó en la posibilidad de que hubiese un trueque en que el consorcio entregara unas viviendas construidas y los invasores entregaran los predios, pero nunca se concretó la idea, de manera que lo que ofrecen ahora es esa plata”, explicó el jurista.
Según el abogado, los contratistas han venido trabajando –en los 16 predios que han logrado negociar- sin las mínimas medidas de seguridad.
“Llegaron a la casa de la señora Miriam Ruíz Martínez y de manera autoritaria comenzaron a demolerla, usaron la bola de hierro, como si ya hubiesen comprado la casa, resulta que la necesitan para empezar la primera fase del proyecto, pero ellos no han logrado una negociación con la señora Miriam”, relató Arzuaga.
Al momento de la ‘imprevista’ demolición, en la vivienda de Miriam Ruíz Martínez se encontraban una anciana, dos niños y un hijo de la mujer, que por fortuna no resultaron heridos.
“Ellos, sin previo aviso y a sabiendas de que en la casa había personas, decidieron demoler, por fortuna no hubo una tragedia porque la anciana no estaba durmiendo en la cama que estaba al lado de la pared que tumbaron, estaba durmiendo en la sala porque hacía mucho calor. Cuando los niños sienten que se viene la casa encima, salieron y no alcanzaron a sacar nada”, agregó el abogado.
Además denunció que los contratistas retiraron de la vivienda las instalaciones eléctricas y contadores de servicios públicos.
Las 24 familias que no han negociado sus mejoras en Nuevo Milenio, aseguran que no se oponen a la construcción de la obra –que es un parque-, pero exigen una mejor oferta que les permita comprar una casa digna en otro sector de la ciudad.
Con deuda bancaria
Lo irónico de esta situación para Miriam Ruíz es que tendrá que seguir pagando una casa que ya no tendrá. “Llevaba 18 años allí, en este tiempo la hice dos veces de barro, hace dos años la hice de material que aún estoy debiendo al banco, yo soy madre soltera y solo me dedico a ventas de catálogo”.
Según Ruíz Martínez, al momento de la demolición unos vecinos la llamaron a avisarle, ella tomó un vehículo que la condujera a su casa y posteriormente llegó al Consorcio Nuevo Milenio.
“Me dijeron que iban a recogerme todo para trasladarlo donde una vecina, y les dije que dónde iba a meterme con mis hijos. Nunca me hicieron un aviso de demolición, ellos demuelen la que compran pero la mía no había negociada”, explicó.
Ante la denuncia, el gerente del Fondo de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana de Valledupar, Fonvisocial, Sergio Calderón, explicó que “fue un imprevisto, se estaba en conversaciones para llegar a una conciliación con la dueña de la mejora; ese es el reporte del constructor, hay que esperar el reporte de la interventoría”.
De acuerdo con la afectada, el hecho fue sin previo aviso, no obstante el gerente de Fonvisocial, Sergio Calderón, aduce que todo se trató de un imprevisto.
Por Jennifer Del Río Coronell
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