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Ingrid Betancourt retorna

El secuestro concibe impactos sicológicos más allá de las víctimas directas, incluso genera un deterioro paulatino de la sociedad. Las familias no han sido plagiadas y en apariencia no se encuentran privadas de su libertad, la realidad es que ellas también están secuestradas. Como se afirma en la cartilla informativa sometimiento y libertad —Manejo sicológico y familiar del secuestro, “las familias viven un cautiverio virtual”.

El horror del secuestro es otro de los ecos que ha dejado el conflicto en Colombia, muchas familias estaban en el mundo como si no existieran; la zozobra convive con ellos, la esperanza del rescate militar es una opción, pero implica riesgos, la vida del secuestrado es un tormento, asimismo la de su familia, expertos aseguran que sus vidas no volverán a ser como eran antes.

El flagelo del secuestro es otro de los actos criminales efectuados por las Farc, es un hecho que ha destruido familias y entorpecido objetivos, y es con razón, una de las causas para invocar justicia.

Ingrid Betancourt, exsecuestrada, regresó al país para participar en el foro “La reconciliación: más que realismo mágico” y antes en entrevista concedida al Canal Caracol, manifestó: “Yo no olvido, el perdón es un camino largo, pero quiero abrazar al otro”. En el foro la excandidata presidencial renovó su respaldo al proceso de paz diciendo, entre otras cosas,  que quienes más han sufrido la guerra son quienes más buscan la reconciliación. Sin embargo, sectores contrarios al Proceso de Paz, simultáneamente, comenzaron el bombardeo recordando el episodio de la demanda contra el Estado Colombiano, su supuesta ingratitud con el expresidente Álvaro Uribe, ¿no era su deber protegerla?, tampoco dudaron en afirmar que la reaparición de Ingrid Betancourt en Colombia obedecía al ofrecimiento de mermelada del Gobierno Santos.

Incendiar el alcance del retorno de Ingrid Betancourt con la acostumbrada dialéctica desfavorece su propósito, porque termina generando un efecto contrario, especialmente en la ciudadanía, además, ratifica que el proceso desarrollado en La Habana es apenas una etapa de una extenuante maratón, el sueño de convivir en una sociedad civilizada, aún le faltan varias noches.

Construir sociedad y Nación requiere del esbozo hasta de las experiencias lamentables, el secuestro de Ingrid Betancourt no tiene diferencia con los padecidos por nuestros militares y ciudadanos comunes y corrientes, esas historias desnudan la crueldad del conflicto y las debilidades del Estado, por ello, es improcedente involucrarlo en el contexto del debate político porque desencadena la profundización de odios, muy arraigado entre nosotros.

La reconciliación en Colombia no se logra con una trasfusión, menos con eventos académicos, no obstante, es muy positivo que sobrevivientes del conflicto sean los primeros en exhortar la reconciliación como soporte para la paz estable y duradera. En ese sentido se entiende el diálogo con el enemigo, esta génesis es necesaria porque permite definir el rumbo de la sociedad que se formará con el fin del conflicto, el perdón es un camino largo, y depende del Estado salvaguardar la integridad de sus integrantes, no para borrar recuerdos de la memoria, sino para impedir su repetición.

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