Por: Luis Elquis
Recientemente el señor presidente Juan Manuel Santos, anunció que el Fenómeno de la Niña o temporada de lluvias, empezaría a amainar cerca del mes de marzo del año entrante. Nuestro país el año pasado padeció la peor temporada de lluvias de nuestra historia, desnudando la precariedad del sector de la construcción, especialmente el relacionado con las obras civiles. Los colombianos también han sufrido por el desplazamiento forzado en consecuencia del crudo conflicto protagonizado por los grupos al margen de la ley, ellos actúan como defensores de sus propios intereses e ideólogos de su vasta ambición; por ello el estado debe continuar implacable y sin atenuantes no obstante a las recientes escaramuzas.
Cuando un grupo de personas es sacado abruptamente de su área de influencia donde intenta sobrevivir en medio de las dificultades, acude a espacios que satisfagan sus limitaciones económicas, por ello, la mayoría de las veces las riveras de los ríos se constituye en un lugar predilecto, no obstante al reclamo seguro del cauce en busca de espacio para hacer su recorrido. Esta fue una costumbre tradicional de muchos pueblos, con la gran diferencia que en aquel tiempo iban expandiendo su área superficiaria para luego constituirse en sociedad. Es natural encontrar en Colombia damnificados en las riveras de los ríos, cada temporada de lluvias es una historia que se repite. Que esta situación se esté presentando en la ciudad de Bogotá y en otras ciudades, es la manifestación del estado paleolítico del sector de la construcción en nuestro país.
Una investigación realizada por el señor periodista Juan Gossain para el periódico el Tiempo, titulada Fiascos en infraestructura y sus causas: un problema que atenta contra el desarrollo del país. Allí resume claramente que el atraso del país en la gestación de obras civiles es patrocinado por la enquistada vocación de la corrupción. El asunto del fiasco en infraestructura está representada en la connivencia de agentes del estado con los particulares, léase contratistas. El estado ha sido permisivo y pusilánime con el patrimonio de sus contribuyentes, no se justifica el desgreño en las obras públicas causado en la doble calzada entre Bogotá y Girardot la cual fue adjudicada en el año 2004.
Según los técnicos que asesoraron a Juan Gossain en la investigación, la doble calzada es una de las vías de tráfico más intenso en toda América Latina. Por allí circulan unos 27 mil automóviles diarios, cifra que suele triplicarse en cada puente festivo. Pero hoy nadie responde por ella, ni por la plata invertida, ni por los anticipos que recibieron los adjudicatarios, los cuales, eso sí, se quedan con el dinero de los peajes.
Resalta Juan Gossain que el Gobierno Nacional adelanta la ejecución de 19 grandes vías en todo el territorio colombiano, contratadas en el año 2009, y que se conocen como ‘Corredores de la Prosperidad’. En principio se estableció que su construcción duraría entre tres y cuatro años. Deberían entrar en servicio, a más tardar, en el año 2013. En total, se contrataron 1.636 kilómetros, para los cuales se destinaron poco más de 2,5 billones de pesos. Dos años después, se pudo comprobar que esa plata sólo alcanza para hacer 600 kilómetros, que es apenas el 37 por ciento del total de la obra.
¿De dónde va a salir el dinero para los otros mil kilómetros? Nadie lo sabe. Ese es el precio que se paga por la imprevisión, por la falta de proyectos, por hacer adjudicaciones imprudentes, quién sabe con qué propósitos. La conclusión de la investigación es muy diciente, no solo por lo bien concebida, sino además porque produce tristeza que en nuestro país se conjuguen maniobras para la apropiación de los recursos de la ciudadanía, mientras que las necesidades son tan evidentes como los problemas que genera el robo de los recursos dispuestos para la inversión de obras civiles. En aras de contrarrestar esta situación es menester que nuestros legisladores incapaciten con leyes a los merodeadores de la contratación estatal, para que la justicia con argumentos legales y herramientas contundentes rescate su ponderación, con el objeto de apartar la ingenuidad patentada en el caso específico de los nule, quienes solamente fueron condenados a siete años por el delito de peculado por apropiación, mientras la tipificación del cohecho, fraude procesal, falsedad en documento privado y concierto para delinquir aun están pendientes.
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