El Informe de Riesgos Globales 2023 presenta los resultados de la última Encuesta de Percepción de Riesgos Globales (GRPS). Utilizó tres marcos de tiempo para comprender los riesgos globales. El primero considera el impacto creciente de las crisis actuales, es decir, los riesgos globales que ya se están desarrollando sobre los riesgos globales más severos que muchos esperan que se desarrollen a corto plazo (dos años).
El segundo reflexiona sobre una selección de riesgos que probablemente sean más severos a largo plazo (10 años), explorando los riesgos económicos, ambientales, sociales, geopolíticos y tecnológicos emergentes o de rápida aceleración que podrían convertirse en las crisis del mañana.
El tercero imagina el futuro en el mediano plazo, explorando cómo las conexiones entre los riesgos emergentes descritos en los marcos anteriores pueden evolucionar colectivamente hacia una “policrisis” centrada en la escasez de recursos naturales para 2030.
El informe representa el estado del arte para el diseño de las famosas políticas públicas. A veces, estos instrumentos carecen de diagnóstico y sus propósitos terminan declinando. Después los análisis recaen en las fallas por inversiones mal focalizadas.
Considero valiosos los aportes del informe. En esta primera etapa ahondaré por un marco de corto plazo por tratarse de hechos que tienen ocurrencia en estos momentos. Tiene que ver con las crisis de alimentos, combustibles y la inflación que exacerban la vulnerabilidad social. Estos hechos económicos y sociales conviven con la paradoja de la disminución de las inversiones en desarrollo humano, lo que propone la gestación de la erosión de la resiliencia futura.
Los impactos económicos han sido amortiguados por los países que pueden permitírselo, pero muchos países de bajos ingresos enfrentan múltiples crisis: deuda, cambio climático y seguridad alimentaria.
La variable alimentaria es de suma importancia para Colombia. Inadvertir los resultados revelados por el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE) el pasado 5 de enero, según el cual el costo de vida en Colombia se encuentra en el 13,12 %. El costo de vida en el país ha sido impulsado principalmente por el alza en el precio de los alimentos. Este sector habitualmente es afectado por culpa del invierno o las temporadas de sequía, también por las afectaciones viales que se han registrado últimamente en diferentes regiones. La inflación de alimentos se resiste a ceder.
Tampoco puede pasar inadvertido lo dicho por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, tras la Evaluación de Seguridad Alimentaria para Población Colombiana hecha entre agosto y noviembre de 2022, en el cual la inseguridad alimentaria moderada y severa de Colombia es de 30%. Este porcentaje representa 15,5 millones de personas en el país.
El análisis por regiones encontró que las regiones Caribe y Pacífica la inseguridad alimentaria supera 40%. La Guajira, Sucre, Córdoba, Cesar y Chocó evidencian una prevalencia superior al promedio nacional, mostrando la cifra más alta Córdoba (70%), seguido por Sucre (63%), y en la región del Llano, el departamento de Arauca (62%). Mientras que, en términos generales, la inseguridad alimentaria afecta a un mayor número de personas en las zonas urbanas. Las ciudades con más personas en esta situación son Bogotá (1,5 millones), Medellín (642.000), Cali (491.000), Cartagena (420.000) y Barranquilla (328.000).
El Plan Nacional de Desarrollo (2022-2026), consta de cinco transformaciones: Ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental; Seguridad Humana y Justicia Social; Derecho Humano a la Alimentación; Internacionalización, Transformación productiva para la vida y acción climática; y Convergencia Regional. La interacción de estos ejes o su implementación apuntan al mejoramiento de los elementos que conforman la seguridad alimentaria. Esa debe ser su misión principal, porque de lo contrario la inflación seguirá indómita y perjudicando a los más pobres del país. @LuchoDiaz12
Por Luis Elquis Díaz