Un balance de entera satisfacción podemos hacer de la participación de EL PILÓN en el Encuentro Nacional de Periodistas: “Cubrimiento periodístico respetando los derechos de los niños, niñas, adolescentes y personas adultas venezolanas refugiadas y migrantes en Colombia”.
El evento se llevó a cabo en Bogotá los días 27 y 28 de este mes que ya termina, y estuvo organizado por el Fondo de las Naciones Unidad para la Infancia (Unicef por sus siglas en inglés), la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur por sus siglas en inglés), y la Agencia PANDI a la que agradecemos infinitamente su invitación.
El objetivo fue conocer todo un extenso marco normativo internacional y nacional que debe tenerse en cuenta a la hora de cubrir noticias sobre la comunidad venezolana en nuestros territorios.
El ejercicio fue a todas luces satisfactorio y además revelador, pues más de 20 medios de comunicación de diferentes rincones pudieron dar fe de que la presencia de los venezolanos en Colombia, que su crisis humanitaria es creciente y que nuestro país, pese a la xenofobia y otros fenómenos, ha sido el más solidario en la región.
Pero es el nivel de imprecisión en el que algunas veces incurrimos el factor más llamativo de esta jornada. Entre las reflexiones más importantes acerca de cómo y por qué cubrir los hechos alrededor de la migración está la posibilidad de generar más bien que mal desde nuestras páginas si no se contextualiza, se precisan los términos y se trata la noticia con la mayor sensibilidad, obviamente con el rigor necesario. Esto incluye, valga aclarar, los hechos de toda índole, sin discriminar nacionalidades.
Y es allí en donde debemos recordar a todos los medios de comunicación el marco normativo al que debemos acudir en estos casos particulares de nuestra historia: Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, como punto de partida (Art 13); Convención sobre los derechos del niño/a de 1989, Convención sobre el estatuto de los refugiados 1951, Declaración de Cartagena de 1984, Nota de orientación ACNUR mayo 21 de 2019, y las Observaciones generales del Comité de Derechos del Niño y la Niña: 6, 22 y 23 importantes en temas migratorios.
La norma es extensa y dedica capítulos especiales a los niños. No olvidemos jamás que nuestra labor genera un impacto a través del poder de la difusión que ostentamos. Procuraremos contextualizar la información de nuestras fuentes que indique la participación de venezolanos en hechos delictivos, al contrastar con la inmensamente superior cifra de colombianos que los cometen, porque al final de cuentas no podemos ignorar que de la crisis de nuestros hermanos venezolanos se desprenden dos realidades: una ínfima de aquellos que hacen el mal y una de grandes dimensiones, correspondiente a todas aquellos ciudadanos del vecino país que han venido en busca de refugio, trabajo, salud, educación, entre otros, cosa que también fuimos a buscar los colombianos hace décadas a Venezuela. La historia puede ser una puerta giratoria, de manera que cuando cubramos la información de niños migrantes, imaginémonos por un instante que son nuestros.