En diciembre de 2019 la infección por SARS-CoV-2 (COVID-19) se extendió por todo el mundo aumentando las discusiones en torno a la enfermedad en Internet sobre conceptos epidemiológicos y de tratamiento, entre otras. Apresuradamente nuestros chats de Whatsapp, correos y redes sociales se saturaron con una avalancha de información acerca
de la enfermedad, aunque la mayoría de esta era correcta, por la inmadurez de los datos no se podía usar para la toma de decisiones.
El Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en una reunión con expertos en política exterior y seguridad en Munich, Alemania, a mediados de febrero dijo: «No solo estamos luchando contra una epidemia, estamos luchando contra una infodemia». Recientemente se acuñó este término para referirse a la propagación excesiva de información errónea, desinformación y rumores durante una pandemia que puede obstaculizar una respuesta efectiva de salud pública, crear confusión y desconfianza entre las personas. Esto representa un motivo de preocupación para las sociedades científicas, los gobiernos y los usuarios en general.
Uno de los temas que nos preocupa a todos es el tratamiento de la covid-19, muchas personas motivadas por el miedo o, tal vez, por un espíritu solidario difundieron noticias falsas en Whatsapp y redes sociales acerca del manejo farmacológico de la enfermedad, por ejemplo, las compras compulsivas de medicamentos como la hidroxicloroquina hasta agotarla, como resultado de algunas cadenas de texto, disminuyendo la disponibilidad de este medicamento para el tratamiento de pacientes con lupus eritematoso sistémico y artritis reumatoide.
El envío masivo de mensajes en las redes sociales, sin importar la fuente, resulta abrumador ya que en muchos casos no hay veracidad en la información. Hay personas que prefieren leer o escuchar a ‘influenciadores’ sin tener en cuenta el rigor científico que merece la situación, convirtiendo lo que sucede en las redes sociales en una alarmante avalancha de información que exagera la realidad. La acelerada difusión de la información en las redes sociales ha abierto un campo emocionante, al menos, potencialmente importante para aumentar la claridad y libertad en la entrega de datos. Del mismo modo, ha
aumentado la credibilidad de las opiniones personales de los científicos. Ciertamente, desconocemos mucho del comportamiento del virus, del tratamiento y de las secuelas ‘a posteriori’, y es precisamente esa incertidumbre la que nos anima a seguir investigando y aprendiendo.
No podemos controlar lo que se comparte en las redes sociales y los medios de comunicación, pero sí podemos promover el uso de los sitios web de las organizaciones de salud oficiales como por ejemplo: el sitio web de la OMS, la página del Instituto Nacional
de Salud, la página del Ministerio de Salud, y que los científicos se posicionen como ‘los nuevos influenciadores’ para generar contenido de calidad.
Sitios web recomendados:
Instituto Nacional de Salud: https://www.ins.gov.co/Noticias/Paginas/Coronavirus.aspx
Ministerio de Salud: https://www.minsalud.gov.co/Paginas/default.aspx
Secretaria de salud municipal: http://www.secretariadesaludvalledupar.info/sintomas.php