Es condenable que atracadores, por apropiarse de un celular, dinero o cualquier elemento personal, asesinen a sus víctimas.
En plenas celebraciones decembrinas y una vez más los colombianos nos enteramos de la absurda muerte del joven William Alexander Lozano Amado por robarle un celular durante hechos ocurridos en el sector de Chapinero, en Bogotá.
Estos hechos delictivos ocurren principalmente en la capital colombiana donde se palpa una ciudad en que impera la inseguridad en todos los sectores debido a que se disminuyeron las zonas del consumo de drogas alucinógenas, como la calle del Bronx, pero el problema se expandió por todo la ciudad, que es considerada la metrópoli de las oportunidades y de todos.
La muerte de este joven ingeniero bogotano, de apenas 27 años de vida, se constituye en un asesinato más como todos los que ocurren en alguna calle de Bogotá o en cualquiera de las ciudades colombianas, por robar un teléfono celular o cualquier baratija.
Es condenable que atracadores, por apropiarse de dinero, celulares y elementos personales, asesinen a sus víctimas; estos hechos deben ser condenados ejemplarmente por la justicia y toda la ciudadanía.
Los antisociales que asesinan a sus víctimas lo que merecen es la cárcel de por vida y que la sociedad los califique como la peor de las lacras existentes porque un individuo que somete a una persona hasta la muerte con el propósito de robarle es un sujeto depravado y malvado.
Por Jorge Enrique Giraldo