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Incendios y Piedad

Jorge Eduardo Ávila

El país está incendiado. Si revisamos un mapa de Colombia vemos cómo en Bogotá, Valle del Cauca, los Santanderes, Cundinamarca, Boyacá, hay fuego por todos lados. La falta de planificación del gobierno, frente al manejo para contrarrestar el fenómeno de El Niño, es total. Hace un año Gustavo Petro envió a Chile un avión especial para apagar conflagraciones cuando ese país ardía; ahora en Colombia, nos vemos a gatas para apagar el fuego porque el gobierno del mismo Petro redujo el presupuesto para ello y no hizo mantenimiento a los aviones usados para apagar el fuego. Como lo hemos venido evidenciando en las anteriores columnas, este gobierno no sabe gobernar, se especializó en ser, por décadas, una oposición antirreflexiva a los gobiernos de turno, en bloquear y criticar; nada más. ¿Qué proyectos de ley presentó Petro cuando fue senador? ¡Averígüelo Vargas!

Así como el territorio nacional adolece de lluvias y, por ende, pastos, montes y potreros están prendidos, el gobierno nacional no lo está menos. El miércoles anterior, la Procuraduría General de la Nación procedió a suspender, por el término de 3 meses, a nuestro longevo y muy particular canciller Leyva. El tema que genera la sanción es el contrato de pasaportes con Thomas Greg & Sons. Con esa decisión, revanchista y llena de resentimiento, se puso en entredicho el servicio de producción y entrega de los pasaportes para los nacionales colombianos. Tenaz. Petro no se demoró en salir a manifestar: “Esto ya lo vivimos en Bogotá Humana. No nos van a dejar gobernar”. Nos morimos de risa, gracias a Margarita Cabello por defendernos. Los errores se pagan, pero Petro siempre le ha huido a asumir responsabilidades. Fue guerrillero, indultado; como alcalde fue suspendido por la Procuraduría y lloró en la Corte Interamericana y con relatos de persecución por ser de izquierda, le tomó el pelo a la institucionalidad que hoy tiene a su cargo y pretende destruir. Vamos a ver ahora qué se van a inventar para evadir esa medida que, dicho sea de paso, puede ser la primera de otras que pueden venir. ¡Adelante con eso!

El fuego generado por la pérdida de los Juegos Panamericanos, que ya no se realizarán en Barranquilla, ha quedado atrás por cuenta de varios temas: la muerte de Piedad Córdoba, las idioteces que dice el ministro de Salud, que Carlos Lehder destaca la honradez de Petro —imagínense, entre delincuentes se cuidan—, entre otros. Nuestra política arde, el país arde, se sienten el caos y el calor nos achicharra. En Colombia no llueve y el gobierno no fluye. El balance del IDEAM -Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales- sobre la realidad colombiana es igual al del gobierno: escasez de agua, en el gobierno escasez de gestión; calor intenso, el gobierno arde en furia; incendios por todos lados, el gobierno hace implosión con los desacuerdos internos, los problemas de funcionarios como Laura Sarabia, Hollman Morris y algunos ministros y el llamado a juicio, por primera vez en la historia, del hijo de un presidente en ejercicio: Nicolás Petro.

Mientras tanto, se fue Piedad Córdoba, en silencio, sin hacer bulla. Muchos descansaron, ella sabía cositas interesantes y muy delicadas de varias figuras públicas tanto de Colombia como de otros países. Los que hoy la lloran son los más felices, han podido volver a dormir tranquilos. Hipocresía de izquierda, progresista, en su máximo esplendor. Hizo mucho daño a la imagen internacional de Colombia, contaminó su vida con relaciones mafiosas y defendió presidentes delincuentes que se hicieron elegir con dineros oscuros. Amiga cercana de Samper y Petro, de Chávez y Maduro, imagínense esas credenciales. Amiga de lo peorcito que hemos tenido en el ejecutivo y en el vecindario. Si la lloran Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner, qué podemos esperar. A donde quiera que haya ido, llegó como Teodora, a reunirse con sus amigos Raúl Reyes y Alfonso Cano. Volvió a ser Teodora, cuyos turbantes coloridos y de gran tamaño son un simple recuerdo de ese amargo país que seguiremos combatiendo.

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