Por: Alberto Herazo Palmera
Aquí por lo general los contratistas están acostumbrados a romper las calles o vías, a veces con permiso, pero generalmente nunca lo hacen, en la mayoría de los casos cuando arreglan las zanjas nunca quedan bien reparadas y de ahí la cantidad de huecos en las calles. La Secretaría de Obras, debe estar vigilante para que no suceda esto.
Es de suponer que sólo las principales avenidas y corredores viales de la ciudad tienen el diseño e ingeniería vial para soportar grandes cargas a su paso. Sin embargo, donde se realizan proyectos de construcción de viviendas y centros comerciales se detecta a diario que sus vías llámese calles o carreras, construidas para tránsito liviano, se destruyen por el paso continuo de maquinaría de obras, como grúas, camiones de volteo de doble eje, mezcladoras de concretos, materiales, etc.
La Secretaría de Obras Públicas debería de contemplar un impuesto diferencial para grabar estos equipos de acuerdo a su capacidad de tonelaje, que son los que destruyen nuestras calles y avenidas. Claro que este gravamen debe ser presentado al Concejo Municipal para su estudio y aprobación.
Además, a estos contratistas que mal reparan las calles deben ser sancionados ejemplarmente. Me han informado que la mordida en los grandes contratos continúa, claro que esto es una costumbre vieja. Es, claro está, una practica ilegal, un delito grave que se debe combatir y, cuando se vuelve un carrusel, un descarado aprovechamiento de poder para beneficio propio o familiar, no en unos pocos pesos, sino en grandes contratos, el castigo tiene que ser muy severo. Los dineros públicos son sagrados. Esto es lo que nos tiene atrasados, donde cualquier obrita se encarece por los montos que se pagan a uno ya otros por su aprobación. Las cifras que se manejan “Como voy yo”, son astronómicas comparadas con las obras que se ven.
Por el bien de la salubridad ciudadana, el desarme de los espíritus, le agradecería a la Dra. Fragozo, actual secretaria de Gobierno Municipal sancionar ejemplarmente a los dueños de establecimientos como bares, restaurantes, algunos almacenes en la calle del Cesar y locales que ordenan a sus empleados manejar el volumen de sus equipos de sonido superando los decibeles permitidos. Igualmente a los conductores con equipos de sonidos.
Los Policías invisibles, lo llaman ahora, siempre me he preguntado donde están los agentes de Tránsito. Uno no los vé por ninguna parte. Señor Alcalde, lo primero que me atrevo a pedirle en el cambio del Secretario de Transito es una política efectiva de tránsito vehicular.