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Imprecisiones de una leyenda

Por José Atuesta Mindiola

El supuesto encuentro musical de Francisco Moscote “Francisco El Hombre” (1850-1953) con El Diablo en un camino entre Riohacha y la población de Barbacoas, es una leyenda porque narra un solo episodio que refleja una representación psicológica simbólica de la creencia popular.

Esta leyenda posee todos los elementos que la caracterizan con tal: tiempo y lugar, presencia de criatura sobrenatural, El diablo, y el relato aporta cierta verosimilitud, que se presenta como real, pues forman parte de la visión del mundo propio de la comunidad. Sin embargo, en el proceso de transmisión a través de la  tradición oral  las leyendas experimentan a menudo supresiones, añadidos o modificaciones, surgiendo así algunas variantes; pero aquí fueron los escritores los que modificaron el relato inicial de la leyenda, al poner al Francisco El Hombre a cantar El Credo al revés. En nuestra opinión es una imprecisión que rompe la visión católica de la comunidad; para la tradición popular la oración es el arma certera para vencer al demonio. Una oración al revés es un jeringonza, algo ininteligible, que no pertenece a la tradición del entorno de la región.

Un testimonio oral de Rodrigo Corzo Carrillo, quien en sus 86 años cultivó los dones de la memoria y la palabra, por eso hablaba con facilidad de poesía, décimas, historia y leyendas. En varias ocasiones le escuché narrar de la confrontación musical que hubo en Atánquez a finales del siglo XIX, entre los acordeoneros Abraham Maestre y Francisco Moscote “Francisco El Hombre”. En ese duelo el vencedor fue el atanquero Maestre.

 

Cuando se refería al encuentro musical de Francisco El Hombre con el diablo, era enfático en señalar, que a personas mayores muchas veces les escuchó relatar esa leyenda y nunca decían que Francisco cantó El Credo al revés. Y como buen católico, miembro de la hermandad de los nazarenos, Rodrigo Corzo afirmaba: “El poder de la fe para los católicos es la oración. La oración es el arma para retirar a los malos espíritus. El Diablo le teme a Dios. Sí Francisco Moscote hubiera cantado El Credo al revés, el final de su historia habría sido en ese instante por la humarada letal de las sulfurosas llamas de Satanás”.

 

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