Estados Unidos vive un proceso político para elegir a su Presidente número 47, que gobernará la confederación entre 2025 y 2028. Luego del primer debate, entre Kamala Harris y Donald Trump, la mayoría de las encuestas muestran que la gente se inclina por la candidata del Partido Demócrata; pero los márgenes de esas encuestas no son significativos y los pronósticos, a la fecha, muestran un cabeza a cabeza entre los candidatos.
No obstante lo anterior, hay que insistir, para claridad de los lectores de EL PILÓN, en que en el sistema constitucional de Estados Unidos, al Presidente (a) no lo elige el voto popular, sino los colegios electorales, integrados por 538 delegados en total. El ganador requiere 270 votos, es decir la mitad más uno de los delegados. Y reitero: Hillary Clinton le ganó a Trump, en el voto popular, por más de tres millones de sufragios; pero, finalmente, recordemos, fue el Republicano el elegido en 2017. Y, sin embargo, EE. UU. es considerado uno de los países más democráticos del mundo.
Además de la importancia que tiene el Jefe del Ejecutivo de la Unión Americana, en la geopolítica mundial, en la estabilidad económica del orbe, etc., tiene un gran impacto en América Latina; así, muchas veces y -en los últimos años-, la atención que le presten a esta zona del mundo no es la mejor, por encima, en interés, está Israel y el Medio Oriente; y Europa, ahora con el conflicto Rusia-Ucrania. Y, claro, la lucha antidrogas, desde el gobierno del Republicano Richard Nixon, cuando Henry Kissiger era el Secretario de Estado y Estados Unidos aplicaba una política de mano dura en América Latina, recordemos el golpe de Estado en Chile, contra Allende.
Hoy, ya Estados Unidos tiene otra manera de ver la geopolítica y una nueva diplomacia y “real política”, cuando tolera regímenes abusivos y autoritarios como los de Maduro, en Venezuela, Ortega, en Nicaragua y la viejísima situación de Cuba, cuyo pueblo sufre calladamente un sistema obsoleto y fallido. Algunos, en esta zona del mundo, consideran que Trump sería mano dura, y que Kamala Harris, quizás, más moderada. Esas no dejan de ser más que especulaciones.
Gane quien gane, lo cierto es que, el ganador, tendrá que afrontar un grave problema de migración de muchas regiones del mundo; el viejo problema del consumo de drogas de su población, principalmente la gente más joven, la criminalidad interna, y una economía, que si bien es grande e importante, ya no es modelo ni de productividad ni de competitividad. China, India y varias naciones de Europa son los líderes del comercio mundial, ya no es el Tío Sam. Pese a todo, sigue el mundo expectante por esos resultados del proceso político que debe culminar el próximo 6 de noviembre y el gobernante que resulte elegido, regirá los destinos de esta confederación a partir de enero de 2025. Seguiremos muy atentos, (QAP), como se dice popularmente.
Bogotá, septiembre de 2024.
Por: Carlos A. Maestre Maya.
Docente Universitario