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Impactos climatológicos en el Cesar

La destrucción de la vegetación natural, la transformación en regadío, el pastoreo excesivo, prácticas de cultivo inadecuadas, pueden originar la degradación del suelo.

A pesar de los efectos “Niño” que comenzamos a padecer caracterizado por altas temperaturas, radiación solar y sequía, una de las cualidades naturales especiales climatológicas que nos ofrece la ciudad de Valledupar, es que cuando la temperatura es alta (37grados centígrados) durante el día, la humedad relativa es baja (alrededor del 55%), mediante que en las horas de la noche (12 p.m.) aumenta la humedad relativa (al 75%) y disminuye la temperatura (22 grados centígrados).

Este comportamiento climático es influenciado por la corriente de aire frío que circulan desde la sierra nevada de Santa Marta, más la cubierta vegetal de su área urbana, donde la fisiología de cada una de las especies plantadas, especialmente los árboles adultos; uno equivale al suministro de refrigeración de cinco aire acondicionado de 1 HP, produciéndose la configuración de un clima seco tropical, agradable, que en las condiciones traumáticas del niño, nos permite reconocer y valorar los efectos de su cubierta vegetal, que si bien es cierto no estamos de acuerdo con la ubicación taxonómicas donde se han colocado algunas especies con referencia a su arquitectura, floración y follaje, los hechos del clima hoy son tozudo para recordar la ley de la cosecha “el que siembra recoge.”

Factores del cambio 

Sigo reflexionando de forma integral sobre los otros factores que de alguna manera han impactado en nuestra geografía y su consecuencia ha sido el cambio en nuestro clima. Empecemos por los cambios en los usos del suelo que son el resultado en el tamaño y distribución de la población, las innovaciones tecnológicas y las políticas sociales.

La pérdida de capa vegetal en el Cesar es de 1.561.158 hectáreas, y afecta los municipios de El Paso, San Diego, Bosconia, Pueblo Bello, Valledupar, Becerril, Codazzi, La Jagua de Ibirico, La Paz y Chiriguaná.

Áreas cultivadas: Amplias áreas cultivadas en secano se han transformado en regadío y grandes masas cubiertas vegetales autóctonas han sido desforestadas para su uso agrícola como consecuencia de una intensificación de la agricultura pre capitalista del campo en el pasado con algodón, sorgo, arroz, maíz y otros, que, aunque hayan mejorado la renta de los agricultores, agrava los problemas de ordenación del territorio.

El agua: Es un bien escaso del que hay que tener la mejor producción posible con el menor consumo, ha producido en los últimos años una cierta reordenación natural de las producciones.

Sin embargo, el departamento del Cesar cuenta con 405.000 millones de metros cúbicos de agua subterránea en 7 acuíferos, certificada, siendo el más importante el cono aluvial y la llanura aluvial del río cesar en Valledupar, con un reservorio debajo de los píes de 55.000 millones de metros cúbicos de agua subterránea, certificada, en invierno y 22.000 de metros cúbicos de agua subterránea, certificada, en verano en el mes más crítico marzo; con una disponibilidad de uso intensivo del 96% para una batería máxima de 40 pozos profundos (más de 50 metros de profundidad).

El Cesar cuenta con 405.000 millones de metros cúbicos de agua subterránea en 7 acuíferos, certificada, siendo el más importante el cono aluvial y la llanura aluvial del río cesar en Valledupar.

 

Desertización: Otro factor, es la desertización como el empobrecimiento de los ecosistemas terrestres por el impacto humano. El departamento tiene una extensión de tierra 2.290.500 hectáreas, de las cuales son plana 1.767.070 hectáreas y están en proceso desertificación o sea pérdida de capa vegetal 1.561.158 hectáreas, en categorías 15.3% baja, 15.2% moderada, 18.1% alta y 20.4% muy alta; esta afectando los municipios del: El Paso, San Diego, Bosconia, Pueblo Bello, Valledupar, Becerril, Codazzi, La Jagua de Ibirico, La Paz y Chiriguana.

La desertificación como la intervención del hombre es el resultado de la sobre explotación, uso y gestión inapropiados de los recursos en medios frágiles afectados por la sequía y la aridez.

Combatir la desertización contribuye al desarrollo sostenible en territorios áridos y semiáridos a la vez que se ayuda a mitigar problemas de escala global tales como el calentamiento de la tierra y la pérdida de biodiversidad.

Los suelos evolucionan muy lentamente por lo que si el medio natural cambia como consecuencia de actuaciones del hombre, las propiedades y las características macromorfologicas e incluso la tipología de muchos suelos puede variar enormemente, pudiendo llegar incluso a ser irreversible.

La destrucción de la vegetación natural, la transformación en regadío, el pastoreo excesivo, prácticas de cultivo inadecuadas, el abandono de tierras cultivadas, el uso de aguas de riego de mala calidad, el abuso de productos químicos en el cultivo, entre otros, pueden llegar a disminuir la capacidad productiva del suelo y originar su degradación.

Degradación de la capa vegetal

La cubierta vegetal juega un papel principal en el ciclo hidrológico. Charney, afirma que existe una retroalimentación climática a largo plazo entre la atmósfera y la humedad del aire. A su vez estos cambios modulan los flujos de calor y vapor de agua del suelo y la vegetación, los cuales son especialmente sensibles a estos parámetros en consecuencia, las cubiertas vegetales modifican su propio microclima y están continuamente adaptándose a cambios climáticos estacionales para conseguir su máximo de productividad.

La productividad de los cultivos está íntimamente ligada a la influencia del microclima sobre procesos como la transpiración, la fotosíntesis, y la respiración, que se llevan a cabo a través de las estomas de las hojas. La actividad estomática convierte de esta manera a la planta en un agente activo en la determinación de su propio microclima.

La degradación de la cubierta vegetal incrementa el albedo, es decir, la fracción de radiación reflejada hacia la atmósfera, lo que provoca una disminución de la radiación neta y como consecuencia disminuye la evapotranspiración, reduciéndose la formación de nubes y la lluvia, lo cual reduce aún más la vegetación. Se produce también una reducción en el almacenamiento de humedad en el suelo, un aumento de la escorrentía superficial y de los procesos de erosión hídrica, con lo que una parte pequeña del agua de lluvia es aprovechada por las plantas.

En particular en condiciones semiáridas, la evapotranspiración puede representar entre un 60 y un 80 porciento del balance hídrico, siendo así esencial determinar la naturaleza e influencia de dicha cubierta en términos históricos y actuales, dado el papel principal que juega en la recarga de agua en el suelo.

Caracterizar el comportamiento de la cubierta vegetal es uno de los principales objetivos en los estudios de los procesos que tienen lugar sobre la superficie terrestre. Mediante el estudio de parámetros característicos de la vegetación y su evolución a lo largo del ciclo vegetativo, es posible simular, su crecimiento y desarrollo, así como su interacción con el suelo y la atmósfera que lo rodean.

El conocimiento del comportamiento de la cubierta vegetal se sustenta en tres pilares básicos que son el suelo, la vegetación y la atmósfera, a partir de los cuales se han construido complejas teorías que tratan de proporcionar una base matemáticas y física a los procesos de intercambio que ocurren entre dichos componentes.

Para ellos se suelen seleccionar parámetros vegetales especialmente relevantes por su contribución en los procesos de intercambio de energía y agua. El tipo de parámetros a considerar dependerá de la escala a la que se realice la simulación y complejidad del modelo.

Por Hernando Fragozo/Especial para EL PILON

 

 

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