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Imágenes de poesía en mis canciones

El año pasado en enero, una familia adinerada de San Jacinto me contrató para que les cantara en una paradisiaca casa finca pegada al municipio, estaba interpretando mi canción “Noche sin luceros” cuando de pronto irrumpió una joven bellísima danzando y cantando a dúo conmigo, fue maravilloso.

Mi sensibilidad poética me hizo imaginar a la cobra encantada por la flauta del faquir; imaginé a esas damas árabes que realizan la danza del vientre solo que el encantado era yo, y cuando interrogué a la hija del hacendado ella me dijo que esa era sucanción favorita por que la dedicaba a su padre por aquel verso que dice:
“Quiero robarle los minutos a las horas para que mis padres nunca se me pongan viejos”

Algo también significativo ocurre con mi canto “Mensaje de Navidad” en aquella estrofa que dice:
“Que tristeza que tristeza y soledad y soledad// para aquel que pasa lejo el año nuevo// no tiene, no tiene felicidades//Como aquel que se quedó sobre los cerros”

Una vez alguien me preguntó que si esto se refería a la guerrilla. Respondí que yo no tengo tratos con ellos, pues mis ideales son cristianos, la política va por allá y yo voy por aquí.

Después un soldado de nuestro ejército me preguntó que si eran los soldados respondí podría ser un homenaje a ellos que se quedan en las montañas cuidando para que tengamos una feliz navidad.

Luego una exmonja me preguntó: que si fue nuestro señor Jesucristo en el monte del calvario, confieso que esta interpretación me emocionó y le dije: Sí, pero él resucitó.

El domingo, día del temblor, un vecino haciéndole el mantenimiento a mi aire acondicionado me preguntó que si ese verso se refería a los muertos del avión que se estrelló en un cerro cerca Becerril en los años sesenta en donde pereció un hermano de Beto Zabaleta. Entonces decidí explicar el motivo del verso:

En la cordillera del Perijá sector “Sierra Negra” la de mi alma de poesía y acordeones, de nota serrana, en navidad y año nuevo dejan un cuidandero de las ollas, machetes, gallinas, “catabres” “Camillas” Arropijos” gajos de dominico que “jechan” en las matas y la repela del café.

En aquella navidad mi tío “Monche” me convenció de que me quedara a pasar la noche buena allá en la montaña, y a las tres de la tarde me entró la nostalgia. Cuatro horas a pie descendí por un camino solo, “íngrimo” ni un alma encontré, a las siete de la noche entré al pueblo con el remordimiento de que mi tío se quedó solo allá en las montañas.

Rosendo Romero Ospino: