Por: Raúl Bermúdez Márquez
¿Cómo eran las Indias Orientales antes de la llegada de los españoles en 1492? Que lo exprese Bartolomé de las Casas un fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México), filósofo, jurista y apologista de los indios. Le fue otorgado el título de “Protector de los indios” por el cardenal Cisneros. En una “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” dirigida en 1552 al “muy alto y muy poderoso señor el príncipe de las Españas, don Felipe”, Fray Bartolomé, decía: “Todas estas universas e infinitas gentes a todo género crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo”.
¿Qué ocurrió después del fatídico 12 de octubre de 1492 cuando entraron los españoles? Continúa el fraile: “En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así dotadas, entraron los españoles, desde luego que las conocieron, como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado, que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales de ella docientas personas”.
A propósito del 6 de enero, fecha de fundación de Valledupar en 1550, ¿Qué implicaciones tuvo para la nación Chimila de la cual Eupariera la capital de un vastísimo territorio conformado por los upares, socuigas y guanaos en inmediaciones del río Badillo, los
cariachiles en Barrancas, Fonseca y El Molino, los itotos en Villanueva, pocabuyes, maconganas, chiriguanaes, garupares y los tupes que eran una mezcla entre Chimila y Caribe (Música de una historia, Tomás Darío Gutiérrez)?.
Pedro de Badillo y Rodrigo Álvarez Palomino, que habían reemplazado a Rodrigo de Bastidas en la gobernación de Santa Marta decidieron organizar una expedición al Valle de Eupari. Palomino, junto con su caballo, fue arrastrado por las aguas del río que luego llevaría su nombre, y que hoy marca el límite entre Magdalena y Guajira. Badillo, su compañero de andanzas, se dedicó al saqueo y al asesinato en los poblados indígenas.
La siguiente expedición la lideró el alemán Ambrosio Alfinger, de quien dice Germán Arciniegas: “Jamás ejército alguno, a todo lo largo de la conquista de América, ha sido ni será más incendiario y carnicero”. Al respecto narra fray Bartolomé de las Casas: ” infinitos indios cargados con cargas de tres y cuatro arrobas, ensartados en cadenas; cansábase alguno o desmayaba de hambre y del trabajo y flaqueza, cortábanle luego la cabeza por la collera de la cadena, por no pararse a desensartar los otros que iban en las colleras de más afuera, y caían la cabeza a una parte y el cuerpo a otra, y repartían la carga de éste sobre las que llevaban los otros”.
A pesar de que sus hombres reunieron el rescate que había exigido Alfinger por salvar la vida del cacique Upar, el alemán decidió someterlo a un consejo de guerra que lo condenó a morir quemado. Luego, en un acto de “generosidad”, le conmutó la pena por la de ahorcamiento. Ya había, pues, bastante historia cuando Hernando de Santana fundó la ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar, ese 6 de enero de 1550. Todo eso se sabe, y aún no le hemos cambiado de nombre a la hermosa región de Badillo o al mismo río que inspiró a Octavio Daza. Todo eso se sabe y seguimos desplazando monumentos que recordaban nuestra vocación agrícola por la de un Hernando Santana con la espada asesina en su mano derecha. Todo eso se sabe, y seguimos festejando cada 29 de abril la supuesta resurrección de los españoles por la virgen del rosario después de haber sido envenenados en legítima defensa por los indios Tupes. Todo eso se sabe,… pero insistimos en venerar a ídolos de barro.
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