El sábado 23 de abril se conmemora el día del idioma castellano en honor a Miguel de Cervantes, por ser este el día de su muerte en 1616. Esta recordación se ha convertido en una quijotada porque los idiomas de los países sin influencia geopolítica y económica suficiente, se convertirán en un coctel de palabras y frases tecnológicas especulativas. Ya vimos como el latín de la Roma imperial ya no se habla y hoy solo aparece incrustado en forma de raíces, en los idiomas llamados romances. Y cuando una lengua desaparece también lo hace una cultura.
La forma de escribirlo hace tendencia en las redes sociales en las cuales uno ve la contracción de letras, como en las épocas del telégrafo y palabras amorfas. En foros y charlas escuchamos frases de impacto que muchas veces dan la impresión de que sus autores ignoran el significado.
Es frecuente escuchar la expresión “crecimiento exponencial” tratando de explicar que una variable se desborda en forma exagerada. Pero esto no es cierto, un crecimiento de este tipo podría ser bajo o moderado; la condición que debe cumplir este tipo de crecimiento es que lo haga a una tasa constante o de proporcionalidad cada año; este crecimiento se representa por una ecuación exponencial cuya característica es que el exponente sea la incógnita, p. ej., y = 10 (x es el exponente). Un ejemplo de este crecimiento es el de una colonia de bacterias en la cual cada célula se divide en dos cada vez, así que la tasa de crecimiento constante es 100 %. Rara vez un fenómeno económico se comporta como tal y más bien se rige por otros modelos como el lineal y el potencial en el cual la incógnita es la base, p. ej., Y = X (a la potencia a). Incluso, el crecimiento de la humanidad no es exponencial aunque se podría buscar una tasa media de crecimiento para un parámetro determinado de tiempo y calcularla mediante un modelo exponencial.
Comparto la preocupación de la periodista y escritora Mary Daza por el correcto empleo del idioma porque con el tiempo, si cada quien tiene su propio diccionario, no nos vamos a entender.
Digo empleo y no uso porque en sentido estricto, uno usa lo que se pone así como no usa una herramienta sino que la utiliza. Esas son las sutilezas del idioma que, si deseamos celebrar este día, que sea así.
El idioma castellano es muy diverso y preciso, si se desea, para expresar lo que se quiera, pero a pesar de eso, se ha vuelto costumbre emplear términos que significan todo lo contrario de lo que decimos. Ejemplo, cuando se exponen tesis contrarias y el debate se acalora, se dice que llegaron al punto “álgido”. Resulta que álgido no es caliente sino frío. Sin embargo, tirios y troyanos hablan así y esta expresión se convirtió en un falso paradigma. Esta falta de claridad etimológica es la que muchas veces dificulta la correcta aplicación de las leyes, dándole oportunidad a los rábulas de valerse de la llamada hermenéutica mediante la cual el blanco es negro y dos es igual a uno.
Las muletillas lingüísticas son otro fiasco; cuando escucho a alguien decir “resulta y pasa”, pierdo interés en seguirlo. Colocar hizo carrera, es una tendencia, esta si quizás exponencial, ya la gente no se pone triste, se coloca triste. ¿Dentro de qué, sobre qué? Hasta algunos supuestos eruditos se colocan así.