Cinco serán los temas alrededor de los cuales girarán las relaciones bilaterales con el nuevo gobierno de Trump: seguridad y narcotráfico, migración, democracia y autoritarismo, intercambio comercial e inversión extranjera, y cambio climático.
La nueva administración en Washington exigirá, no hay duda, un compromiso real en contra del narcotráfico que Petro no tiene, como lo prueban las 253.000 h de coca y 2.664 toneladas de cocaína contabilizados para fines del 2023. Perder la cooperación norteamericana sería sumamente grave. Al mismo tiempo, es previsible que, además, Trump no apoye la “paz total” con negociaciones incluso con grupos estrictamente mafiosos y con impunidad total. Habrá una supervisión cercana a la presencia de Hezbollah en nuestro territorio y tensión con el gobierno por su negativa a condenar los ataques terroristas de Hamás y por el antisemitismo de Petro.
Los votantes trumpistas son agudamente contrarios a la migración ilegal. Desde que Petro ganara las elecciones se disparó la emigración colombiana. Para el 2023 los connacionales arrestados por intentar entrar ilegalmente por el sur de los EE. UU. llegaron a 159.536, 25,6 veces más que en el 2021. El gobierno norteamericano exigirá que Colombia controle el paso por el Darién.
Estados Unidos ha sido y sigue siendo, de lejos, el principal socio comercial de Colombia. La propuesta de Petro de renegociar el TLC entre ambos países, que después se matizó a una “revisión”, ha avanzado casi nada. Con la nueva administración gringa, mucho más dura, la “revisión” puede resultar un tiro por la culata. Como las prioridades de la Casa Blanca serán otras, para Colombia mucho dependerá de la composición del nuevo gabinete y de quienes se encargarán de los asuntos que nos importan.
Finalmente, el cambio climático, el eje narrativo de Petro, tendrá poca o ninguna importancia para el nuevo gobierno norteamericano. Ahí no encontrará el gobierno colombiano ningún respaldo en Washington.
En cualquier caso, Petro debería tener mucho cuidado en no tensar la cuerda con Trump. Si se revienta, nos hará mucho daño en todos los sectores, incluyendo una economía muy maltrecha que necesita estabilidad, seguridad física y jurídica, y confianza para una inversión que cayó el 25 % el año pasado. Petro puede decidir radicalizarse más y usar a Washington como el típico enemigo externo de las izquierdas latinoamericanas, con impredecibles consecuencias para él y para todos nosotros, o entender que el bien del país está por encima de su ideología. Las relaciones internacionales de los estados no pueden manejarse por simpatías personales o afinidades políticas de quien gobierna sino buscando siempre los intereses estratégicos nacionales. La Patria por encima de la ideología.
Por: Rafael Nieto Loaiza.