Mientras los mayorcitos nos enfrascamos en estériles discusiones de nuestra identidad cultural, que la cátedra del vallenato o la cátedra de la tambora, razón tienen los que defienden la música de tambora, la ribereña; ellos se identifican con sus ancestros y exigen su reconocimiento más allá de la música de acordeón o vallenata. Sigue la discusión.
Que el vallenato no es vallenato sino guajiro o de la sabana mejor, algunos afirman que es de ciénaga, primaria en guitarra; música de acordeón y no vallenata de Valledupar; que si el festival del porro es mejor que el vallenato o es mejor el festival Francisco el Hombre de Riohacha o el cuna de acordeones de Villanueva.
Que la música vallenata solo identifica al norte del Cesar o más específicamente a Valledupar; que por identidad cultural los pueblos del sur del Cesar son más santandereanos que otra cosa. Incluso, invitados y tentados a formar otro departamento.
Cada quien en su afán, y como dice el refrán popular: “A lo tuyo tú, con la verdad o sin ella”. La discusión va en esa ruta de nunca acabar y con peligro de no retorno.
Cada uno de los que habitan esos sectores cree tener la verdad absoluta de una discusión eterna. Mientras eso pasa nos encontramos ante un peligro verdaderamente profundo y nos debemos preguntar: ¿cuál es la verdadera identidad cultural que le estamos dejando como legado a nuestros hijos, que se niegan a reconocerse y valorar sus propias raíces?
“El Caribe es una de las regiones más coloridas y alegres del país. Sus playas y ríos, sus sabores, sus fiestas, su música, su gente y sus historias son la cuna del realismo mágico ‘Garciamarquiano’, y hacen de este lugar uno de los destinos turísticos más destacados de Colombia”. Por ello hay que seguir trabajando.
Pero ojo con esto, y es la idea central de esta nota. No es que desde este escenario le encontremos solución a la discusión que acompaña cada noticia del vallenato como identidad de Colombia ante el mundo; pretendemos poner a consideración de todos el peligro que sufre nuestra cultura, en los niños y jóvenes de la región Caribe y de Colombia en general.
En la televisión colombiana encontramos un concurso de canto: ‘La Voz Kids’, y allí referenciamos una cantidad de niños que participan con espectaculares voces, pero cantando rancheras, identificados con la música y cultura de otras regiones. ¿Y lo nuestro qué?
Esta sí es la discusión que debemos dar y urgente, hoy escuchamos a los niños hablar de “guey”; “no manches”, “es la neta”, “está cañón”. Corríjanme si miento.
Uno de los jurados es mexicano, la niña es española pero vivió muchos años en ese país. Qué bueno por ellos; pero talento de sobra tenemos aquí, que pueden hacer esa labor de manera especial, como en otras épocas.
Pero nuestro acento, y calidad, nuestro dialecto y costumbres no deben perderse. Hay que cuidar esto, es sagrado; y el celular nos está ganando la partida con los niños y es increíble que no hagamos nada. Es urgente la cátedra del Caribe y allí nos defendemos todos. Sólo Eso.