El apreciado doblemente colega (abogado y docente universitario) Carlos César Silva a título de confrontación dialéctica e ideológica, nos propone a `los godos` que hagamos ejercicios de reformular la concepción de la ciudad de Valledupar pomposamente con perspectivas libertarias o liberales y lo que viene en denominar liberalismo moderno versus la visión conservadora de ciudad.
Ciertamente en la era de ahora hay mucha confusión entre las dos filosofías, por la frecuencia mezcla de individuos y movimientos políticos, pero desde luego que, en el ámbito de lo teórico e histórico, el conservatismo y el liberalismo, se oponen en muchos puntos claves en la percepción de lo político, económico, social y cultural.
Ni un paso atrás con nuestra inamovible visión conservadora de autoridad y orden en la ciudad. El colega en similares ordenes, Alfredo Pertuz, advierte que el componente de rancia ideológica conservadora, la autoridad, no es personal sino de concepción institucional. No personalísima.
Valledupar requiere que se repiense con aplicación conceptual y contextual del principio de autoridad, concebida como integral perspectiva de disciplina social, ciudadana, comunitaria, pero sin medias tintas, sino enfáticamente con reglas e instrumentos para perseguir y castigar, porque todo está recurrentemente salido de madre, precisamente por falta de autoridad en la ciudad de los Santos Reyes de Upar. Estamos mamados.
Por ejemplo, un problema grave, gravísimo, que persistirá en la ciudad es el de las motos y el motociclismo y bajo concepción libertaria todo ha sido un caos, se requiere pues inaplazablemente aplicación integral del principio godo de la autoridad, es decir, la mano dura, firme, severidad sin vacilaciones, pero sin `tentaciones autoritarias`. Las ideas libertarias permiten que los conciudadanos de motos hagan lo que les dé la gana (recuérdese que el liberalismo se opone a todo obstáculo que impide la libertad individual) sensu contrario la autoridad impone el orden. Los conservadores somos colectivistas. Los liberales individualistas.
Con conservadurismo moderno se procurará por Ernesto Orozco una ciudad absolutamente distinta; como neoconservador impondrá orden y disciplina con énfasis en lo social, cultural y especialmente en poner en cintura sin ditirambos los desórdenes caóticos de los hombres de las motos. Ape Cuello siempre gestiona la cohesión social, también con orden y en ese propósito no cede un ápice porque por esa ruta se propicia -dice- el control social. El liberalismo es anárquico por eso libertario, aunque no todo los libertarios son anarquistas.
Una ciudad como Valledupar, histórica y señoreal, hasta oligárquica, impone conservar el orden y solo disciplinadamente se alcanza con la visión colectivista de los grupos sociales que la componen. La familia, con su tradición, auspicia las normas sociales de respeto, tolerancia con disciplina. Que es precisamente lo que falta.
Las ideas de ciudad que propone el profesor Silva, han de prohijarse, porque son posturas del denominado liberalismo conservador. Estos son tiempos para ser conservador. ¡Viva el partido conservador!
Por Hugo Mendoza