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Hostal Renacuajo

Cortísimo metraje

(Miniserie de ficción coleccionable / Fascículo 4)

Por Jarol Ferreira Acosta

“Volando en tu recuerdo de pronto me di cuenta que el agua se ha enfriado ya bastante”.
Miranda

11. De su casa al lugar de encuentro del paseo había una hora para distraerse echándole un ojo al paisaje o conversar con algún compañero de carrito. El problema había sido salir sin que Amanda lo acorralara a preguntas, pero Cárdenas inventó una reunión de egresados del colegio que se extendería. Había dicho tantas mentiras chimbas desde el día en el que compró el paquete turístico que la última invención no valió la pena. Amanda se había quedado en la cama, desnuda, mirando el ventilador que colgaba del techo. Toda la semana habían estado discutiendo, con intervalos para tener sexo. Ayer habían peleado por el pago de algunos recibos de servicios públicos y la mesada que cada vez alcanzaba para menos mercado y luego habían tirado toda la noche. A las cinco treinta de la mañana Cárdenas fue a ducharse al lavadero, Amanda permaneció acostada.
12. Ya en el colectivo que lo llevaría al merendero, punto de reunión del paseo, Cárdenas adoptó las emociones previas al esparcimiento; sin embargo era imposible sacarse a Amanda de la cabeza. La nota de despedida que le había escrito y dejado ensartada en el mango de la cafetera (le gustaba usar métodos cursis) había sido escrita a toda velocidad justo antes de salir, aprovechando que a Amanda le costaba dejar la cama temprano en la mañana. La nota era tan retórica que sólo ofrecía las conclusiones que ella pudiera deducir del hecho de irse dejando una nota de despedida atravesada por el mango de una cafetera vieja. Las cosas evasivamente saldas parecía ser el estilo de Cárdenas en lo que a terminación de relaciones gastadas se refería; a su antigua novia la había dejado igual, sin ni siquiera irse a un hostal.
13. – Quiubo Ernesto- saludó al ver el ingrávido brazo de su colega, levantado entre las mesas.    
-Te presento a Cárdenas- dijo Ernesto a Lucy, antes de pedir por él una cerveza a La Negra, la mesera.
Cárdenas apretó la mano húmeda de Lucy y agradeció a Ernesto la cervecita. Lucy lo encontró más interesante de lo que ella suponía debía ser la presencia y temperamento adecuado para un amigo de Ernesto.
-¿Qué tal este gentío? Con Lucy intentábamos adivinar quienes de las otras mesas serán nuestros compañeros de paseo. Creo que la notificación para este encuentro incluía la lista de integrantes pero a nosotros no nos llegó en el sobre.
-Creo que a nadie- dijo Lucy- Además, están los acompañantes invitados.
– Es cierto- Dijo Cárdenas, imaginando a Amanda desnuda sobre la cama mientras hacia un paneo de trescientos sesenta grados del lugar en busca de posibles camaradas- Creo que el de la mesa aquella es el médico Acosta ¿Lo conocen?
-No más de cara.
-Acosta va a galleras desde pelao, yo lo conozco desde hace rato. Voy a ver si es de la excursión.
14. Acosta era parte de la excursión. Se saludaron calurosamente, contentos de encontrarse. Acosta le presentó a Cárdenas al doctor Calderón, quién dijo que Cárdenas le parecía familiar. Entonces Cárdenas aprovechó que la mesa vecina se vaciaba y propuso a Ernesto y Lucy cambiarse de lugar, mudanza que tardó porque en ese merendero no era fácil cambiarse de lugar sin producir embotellamientos en los estrechos senderos dispuestos para la circulación. (Continúa próximo domingo.)

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