Por Luis Augusto González Pimienta
A las puertas del festival vallenato que se realiza en su honor, Gustavo Gutiérrez Cabello ha recibido variados homenajes en diversos escenarios. San Andrés, Barranquilla, Bogotá y Bucaramanga agasajaron a su manera a quien musicalizó la poesía.
El miércoles pasado, Katia Montero y Mercedes “Meche” Cotes, amigas de siempre, organizaron una reunión en Río Luna para dar testimonio del cariño y aprecio que se siente por la figura viva más representativa de nuestro folclor. Fue una reunión vallenata pura, un homenaje criollo, al decir del propio Gustavo.
Músicos, compositores, cantantes, familiares y amigos dijeron presente a la convocatoria, en un acto exento del acartonado protocolo. A propósito, no hubo ninguna autoridad oficial en el evento. No cabían. Mujeres, muchas mujeres, todas hermosas y entendidas, corearon las canciones de Gustaveta, apelativo cariñoso que le puso Jaime Molina, cuya hija y nietas demostraron seguir sus pasos de gran declamador.
Disertaciones de alto calado combinaron Aníbal Martínez Zuleta, asombrosamente lúcido, el arquitecto Alberto González y el abogado folclorista Ángel Enrique “Jique” Cabas, sobre la vida y obra del compositor; su hermana Marina hizo un nostálgico recorrido por sus canciones más sentidas.
La experiencia y conocimiento de Carlos Alberto Atehortúa, como maestro de ceremonias ad honorem, el acompañamiento musical de los Kankuis y Almes Granados,las interpretaciones de Rita Fernández, Lucy Vidal y Marta Solano, la presencia de Hugues Martínez y de José Jorge Arregocés, “El hombre de la piel morena”, fueron el marco perfecto para una gala espléndida.
Camaradería, cordialidad, reminiscencias, adornaron el reconocimiento al creador de un estilo que exaltó el lirismo, que urbanizó las letras del vallenato manteniendo intacta su estructura musical. Bien lo dijo en reciente entrevista, no hay que inventar o bautizar nuevos aires. Ya todos están inventados, solo hay que darle identidad propia.
Haber estado allí es “un placer que me da la vida, que muchos desearían”, por lo cual “no pido más”. Espero que Gustavo siga su fecundo paso por este convulsionado mundo que visionó cuando compuso “Que la violencia no llegue al Valle”.
Y ahora sí, que empiece el “fundingue” del festival, con un homenajeado de lujo, el mejor.