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Homenaje al mago de la escritura

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza

El día en que Carlos Fuentes leyó el borrador de Cien Años de Soledad creyó estar frente a la gran novela latinoamericana, el Quijote americano, “Un Quijote capturado entre las montañas y la selva, privado de llanuras, un Quijote enclaustrado que por eso debe inventar el mundo a partir de cuatro paredes derrumbadas.”

El profético anuncio de Fuentes empezó a hacerse realidad desde cuando el espíritu de Melquíades empezó a angustiar a García Márquez para que iniciara la escritura de la historia de los Buendía, mientras el mítico narrador de manos de gorrión pulía los pergaminos para dictárselos desde el sánscrito y así pudieran ser descifrados desde el más universal español caribeño.

Razón tiene el hijo del telegrafista al afirmar que la mayoría de las cosas de este mundo, desde las cucharas hasta los trasplantes de corazón, estuvieron en la imaginación de los hombres antes de estar en la realidad.

Hoy en sus 85 años Gabriel García Márquez aún se mantienen vigente en el campo periodístico y literario gracias a su sobrenatural manera de narrar.

Por eso García Márquez hurga en nuestra historia y hace homenaje en su discurso de recibimiento del nobel a Antonio de Pigafetta, uno de los más grandes cronistas y fabuladores del descubrimiento, también homenajea a nuestra América al describir en Cien Años de Soledad como los gitanos llegan a Macondo orientándose por el canto de las aves y el olor de las flores, tal como llegó Colón a América, desde su creencia de haber llegado al paraíso por la belleza del paisaje y  la paz que sugería el lugar.

Macondo es ese lugar paradisíaco de “veinte casas de barro y cañabrava construidas a orillas de un río de aguas diáfanas que se precipitaban sobre un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos, donde el mundo era tan reciente que las cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.

Todo era tan nuevo que nadie sobrepasaba los treinta años, nadie había muerto y las casas habían sido construidas con tanta simetría que el sol llegaba en iguales cantidades a todas.

Hay en Cien Años de soledad una insondable conexión con la historia universal, que parece que se estuviera inventando el universo desde el patio de la casa del patriarca José Arcadio Buendía, quien descubre que la tierra es redonda, busca la transformación de los metales en oro y trata de crear nuevas herramientas de guerra a pesar de la advertencia de Melquíades de que todo ya ha sido creado o experimentado.

Esta novela total es la historial universal de una familia condenada a la soledad y al desamor mientras la modernidad llega a desequilibrar a Macondo, pero encuentra la resistencia de seres inigualables como Úrsula Iguarán quien en nombre de todas las mujeres mantiene el loco mundo de los hombres en equilibrio, como Remedios la Bella que por su pureza y hermosura se vio obligada a subir en cuerpo y alma al cielo y como el Coronel Aureliano Buendía el último héroe romántico, quien pese a sus condición de líder y estratega, lucha contra un mundo insuperable, peleando 32 guerras y perdiéndolas todas, desafiando muchas veces la muertes con letales armas, para sucumbir ante la nostalgia que habría de llevarlo al último suspiro, mientras revisaba su infancia a través del circo que pasaba frente a sus ojos: “Vio una mujer vestida de oro en el cogote de un elefante. Vio un dromedario triste. Vio un oso vestido de holandesa que marcaba el compás de la música con un cucharón y una cacerola. Vio los payasos haciendo maromas en la cola del desfile y le vio otra vez la cara a su soledad miserable cuando todo acabó de pasar, y no quedó sino el luminoso espacio en la calle, y el aire lleno de hormigas voladoras, y unos cuantos curiosos asomados al precipicio de la incertidumbre. Entonces fue al castaño, pensando en el circo, y mientras orinaba trató de seguir pensando en el circo, pero ya no encontró el recuerdo. Metió la cabeza entre los hombros, como un pollito, y se quedó inmóvil con la frente apoyada en el tronco del castaño”.

arizadaza@hotmail.com  Twitter: @Oscararizadaza

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