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Homenaje a una educadora

EL TINAJERO
Por: José Atuesta Mindiola

La misión emblemática de la pedagogía es sembrar esperanza y cultivar los valores. Dichoso el que ama y cultiva la pedagogía, porque es el arte de descubrir la luz que brilla en el interior de cada ser humano. Es el arte de potencializar el talento y de cualificar las dimensiones integrales de la mente, el corazón  y el espíritu.
Los buenos educadores viven la satisfacción personal del deber cumplido, pero también disfrutan de la gratitud de cada uno de sus estudiantes y del reconocimiento de la sociedad y de las instituciones.
El pasado 19 de marzo en el auditorio de Aducesar, la comunidad de la institución educativa “Joaquín Ochoa Maestre” del barrio Mareigua de Valledupar le ofreció un homenaje a la docente chiriguanera Amanda Díaz de Cabarcas, para exaltar sus 43 años de labores, de ellos seis años como rectora de esa institución. Además se unieron al evento con  reconocimientos, el alcalde de Chiriguaná, doctor Ramón Díaz Corzo y la  Asamblea Departamental por intermedio del diputado Eduardo Esquivel López.
He aquí una breve semblanza de la educadora Amanda Díaz Batista de Cabarcas: Nace en Chiriguaná; es la mayor de cuatro hermanos del hogar formado por  José María Díaz Cuadro  y Ludovina Batista de Díaz.
Sus padres la  educan  con los valores fundamentales, inculcándole el amor a Dios, a la familia y el respeto a todos. Comparte la crianza con otra hermana de padre y muchos primos quienes fueron otros hermanos. Eran agradables las tertulias de noche, donde se reunían a compartir los cuentos de “Las mil y una noches”,  que fueron aprendizajes valiosos  para la vida.
La primaria fue en el colegio de las monjas Nuestra Señora de Chiquinquirá,  en su pueblo natal. Al terminar el grado 5°, la envían al  Liceo Femenino de Cundinamarca en Bogotá; ahí estuvo bajo la tutela de su tío, el médico, declamador y poeta, José Manuel Díaz Cuadro; posteriormente, en la Normal Femenina de Nemocón, estudia hasta el 4° año de Normal, y después en la Normal de la Presentación en San Gil y se gradúa en 1966. Gana una beca para los estudios universitarios en Pamplona, pero tuvo que abdicar porque la situación de sus padres en Chiriguaná no era la mejor y  como hermana mayor le tocaba impulsar con sus padres el estudio de los hermanos menores.
En 1967 inicia su periplo en el difícil pero edificante trabajo educativo, en la Escuela Urbana de Varones de Chiriguaná; luego lo hace en la Escuela Urbana de Niñas y  la trasladan a Valledupar a la escuela  “José Antonio Galán” y a continuación a la escuela Santo Domingo, donde desarrolla un unidad de trabajo con sus compañeros docentes y logra posicionar en un nivel de alta calidad a la institución. En esa época conoce a un miembro distinguido de la colonia de pivijayeros de Valledupar, José Rafael Cabarcas Pertuz, y pronto se convierte en su esposo, y padre de su única hija, Airet Alina.
De la escuela Santo Domingo pasa a la rectoría del colegio Femenino “Prudencia Daza”, donde realizó un trabajo eficiente con muchos logros. En el año 2004 se da la rotación de rectores y fue trasladada a la institución educativa “Joaquín Ochoa” en el barrio Mareigua, un colegio con una gran problemática social, pero gracias a su liderazgo se implementaron estrategias que lograron un cambio rotundo en la comunidad estudiantil y padres de familia.

DECIMA DE LA SEMANA
En el reino de los cielos
Dios recibe entre sus huéspedes
a Hernando Molina Céspedes
que dijo adiós a este suelo,
su alma levantó  el vuelo
al bello edén celestial
y nos deja el historial
que en su casa se escribiera,
era siempre la primera
en la historia regional.

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