POR: JOSÉ ATUESTA MINDIOLA
I
En el arte musical,
son tres hombres de leyendas
y ahora se les rinde una ofrenda
en un bello pedestal,
con esplendor celestial
como una luz en el viento
posan en el monumento
el rostro de los cantores;
inmortales trovadores
de la memoria sin tiempo.
II
Jorge Oñate y sus cantares
llegó regando ilusiones,
y rescató las canciones
de los más grandes juglares.
Inmenso como los mares
con su tenor de diamante
él recogió a los cantantes,
y a todas le dio una poda,
Oñate puso de moda
el valor de los cantantes.
III
Diomedes Dionisio Díaz,
el afamado Cacique,
en su alma trajo un fique
para tejer melodías,
y en toda la juglaría
este muchacho juntero
era como el sol de enero
en flores de cañaguates;
oro de muchos quilates
con su canto fue el primero.
IV
Tomás Alfonso Zuleta,
el hijo de Carmen Díaz,
un vendaval de alegría
y en su cantar es profeta;
cantando llega a la meta
con su estirpe y su talante,
a propios y visitantes
complace con gran decoro:
le dicen el “Pulmón de oro”
o el “Papá de los cantantes”.
JOSE ATUESTA MENDIOLA