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Holocausto infantil

Matar un médico pediatra de las calidades de Alberto Aroca Saad “Tico Aroca” significa exterminar una generación infantil, puesto que, ¿cuántos niños hubiera salvado el profesional en un promedio de 20 años de vida sumados a los 61 que contaba al recibir el atentado a bala que cegó su existencia?

A Tico Aroca no le perdonaron ejercer la profesión más noble en el discernir del nobel de la literatura colombiana, Gabriel García Márquez: “Los niños no fingen la enfermedad y se comunican a través de síntomas de enfermedades reales”.

En el holocausto el acto más terrible de los Nazis fue privar a los judíos del consuelo de sentirse inocentes, porque los obligaron a mancharse con la sangre de sus propios hermanos de raza, es decir a matar judíos.

La máquina de exterminio (terminator), que impide el crecimiento de descendientes, frustra, desgarra y desencanta al ver impotentes que el valor más preciado, que es el de la vida, sea el más hollado.

Hace exactamente un año entrevistamos a Tico Aroca sobre el “Ojo Clínico”, columna divulgada por El Pilón con este mismo título, donde hace historia y describe la medicina francesa como la génesis del médico de antes, que con sólo ver al paciente sabía la enfermedad que lo aquejaba.

Así, el Ojo Clínico exigía estudio, conocimiento, experiencia, que no la cambia ni los años ni la tecnología, malicia indígena, sentido común, una buena historia clínica, interrogatorio y un buen diagnóstico, en consonancia con la semiología, lo que dista de la salud de hoy, impartida por las EPS, y definida como “bien explotable que se maneja como una mercancía”.

La epidemia de plomo que enfoca el columnista Fuad Gonzalo Chacón en este mismo medio, para referirse a Estados Unidos como un pueblo libremente armado y a merced de leyes manipuladas y mezquinas porque engendran grandes crímenes, no es diferente a la situación de Colombia en términos de violencia.

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Miguel Aroca Yepez: