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Historia y religión, cátedras manipuladas

Por: Luis Napoleón de Armas P.
A estas dos líneas de discusión y observación se les ha llamado “costuras” en el cotidiano argot académico. Quizás por eso, el Estado las ha suprimido de los currículos como si se pretendiera formar ciudadanos amorfos, sin referencias del pasado y sin capacidad para estimar el futuro; la filosofía, tal vez, es tener consumidores para el mercado, receptivo solo a los comerciales televisivos. Eso es lo que vemos en las últimas generaciones cuyo pasado no importa y su única religión es el IPAD, el IPOD y demás entretenimientos de las más recientes tecnologías. El resultado es que la presente cohorte de jóvenes y las venideras, serán una especie de zombis sin ningún tipo de estructuración filosófica e histórica. Solo les interesa su aparatico, el más reciente, para comunicarse con el lenguaje binario de estos, olvidándose de las formas, la concepción de tiempo y espacio y de su lengua materna. Sin el conocimiento de la historia, que es la relación verdadera de los hechos ocurridos a través del tiempo, no habrá futuro, o por lo menos estará lleno de errores. La historia es una guía o retrato simulado del futuro; quien no la estudie y analice, estará fuera de contexto temporal. Pero, ojo, no debe tomarse textual porque es apenas una versión de los hechos, es la de los ganadores de las confrontaciones; se dice, con razón, que estos la escriben. Por eso, la enseñanza de la historia debe restaurarse pero no de la manera como se ha hecho, con un profesor repetidor de textos, fechas y nombres, sobre todo, los de los héroes que tiene toda historia; este es un método conductista de enseñanza que no propicia la discusión, la reflexión y el análisis que permitan clarificar los hechos a la luz de la razón y la lógica. Con el nuevo método, lo que se pretende es volverse una especie de abogado del diablo para descubrir la verdad y las interacciones de los protagonistas, analizando sus causas, consecuencias y beneficiarios. Las discusiones deberían ser mediante paneles de especialistas donde estén presentes paleontólogos, sociólogos, antropólogos, historiadores y los mismos estudiantes que ajustarían los hechos a las circunstancias, lugares  y tiempos. Aquí no se puede comer cuento porque la historia no es historieta. Del resumen del panel, el estudiante debe apropiarse para toda la vida, y a partir de allí, podrá hacer sus propios constructos para amarrarlos a otros hechos y todo le será más claro y lógico. La historia está llena de mitos, imprecisiones y de olvidos deliberados y eso es lo que toca esclarecer. Hechos como los grandes magnicidios son relatados para la posteridad con muchas desviaciones que disfrazan la historia. Hay muchas frases históricas que a la luz de un análisis resultan vacuas. Por ejemplo, se dice que Bolívar, en el Pantano de Vargas, le dijo a Rondón: “Coronel, salve usted la patria” y que luego, este, con sus catorce ecuestres arapientos y famélicos barrió a los españoles. La verdad es que en estas condiciones, sus reales  posibilidades  eran pocas; pero Bolívar era cañero con sus oficiales. Lo del héroe de San Mateo, merece más estudio; una opción es que Ricaurte haya sido víctima de un polvorín español y Bolívar, para darles ánimo a sus tropas, lo presentó como un acto de heroísmo.
Igual pasa con la enseñanza religiosa; en esta hay más de mitos que de realidades; esta se debe estudiar al tenor de la historia para verificar la posibilidad de los hechos. La Biblia (viene del griego biblos, libro) se caracteriza por la ausencia de fechas, lo que le da un punto de fuga temporal, debe ser racional, y debería leerse en equipos multidisciplinarios para descartar lo que choque con la razón; la fe es irracional.
napoleondearmas@hotmail.com

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