Por Julio Oñate Martínez
Cada país tiene como símbolos de libertad, la bandera, el escudo y el himno nacional, ese que con cariño cantamos en las ceremonias de la escuela y que recordamos el resto de nuestras vidas, produciéndonos momentos de inmensa emoción cuando lo escuchamos lejos de nuestra patria, es decir en el exterior.
Al conmemorar la gloriosa fecha de nuestra independencia, creo conveniente conocer algunos antecedentes históricos sobre el himno nacional de Colombia, rescatados por la escritora antioqueña Ofelia Peláez. Este himno se creó gracias a la gestión de un hombre con gran espíritu cívico que vivió en Bogotá llamado José Domingo Torres, cercano amigo de Rafael Núñez y que se dio a la tarea de buscar quien le pusiera música a los versos que había escrito Núñez. Torres logró cautivar al maestro Italiano Oreste Sindice quien acepto la tarea. Una vez la obra estuvo perfilada se escuchó por vez primera en el homenaje que en el teatro variedades de Cartagena a las 8:30 pm el 11 de noviembre del año 1887 se realizó para celebrar el aniversario de la independencia de la ciudad heroica, en la referida fecha se anuncio como himno patriótico.
Fue interpretado por un memorable coro y orquesta formado por artistas bogotanos de gran valía, largamente ovacionados por el público, junto a su director el maestro Sindice. Este músico italiano llego al país en 1837 integrando una compañía de opera y encantado con este país se instalo en una casa situada en la carrera 15 entre calles catorce y quince, en dicha morada nació la música del himno de Colombia considerado en el mundo por su acentuado aire marcial como el segundo después de la marsellesa francesa.
La primera grabación del himno nacional fue la realizada por la lira antioqueña en versión instrumental hecha para discos Columbia de Nueva York, el 20 de Julio de 1910. Luego alrededor de 1915 se hizo la primera versión cantada en la maquina portátil de la Víctor con la voz de Emilia Sánchez y el acompañamiento del maestro Luis A Calvo, Wills y Escobar y otros.
Después vinieron versiones por bandas de viento entre las muchas que fueron vocalizadas y se sigue considerando la mas hermosa la del tenor italiano Tito Schipa de 1926.
En esta efemérides del día de hoy, se acrecienta nuestro nacionalismo al escuchar:
Oh gloria inmarcesible
Oh jubilo inmortal.