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Hidroituango, una película de terror

Ni el mejor guionista de Hollywood hubiese imaginado lo que está ocurriendo en Hidroituango, un proyecto que pretendía ser la solución a los problemas energéticos del país, vendido como el gran ejemplo de responsabilidad ambiental y social, se ha convertido en la peor amenaza, debido a la mala planificación, errores de diseño y a la obstinación del hombre de retar la naturaleza; el resultado no puede ser peor, crecientes inesperadas y reducción del caudal casi a cero del segundo río de Colombia, con un riesgo inminente, que se venga todo abajo y produzca la peor tragedia natural de la historia del país, no es justo que por las pretensiones económicas de una empresa, se someta a toda una región a una crisis económica y mucho menos a la zozobra de vivir con la muerte a la vuelta de la esquina. La mortandad de peces fue descomunal, puede llegar fácilmente a 500.000 afectando de forma directa a las comunidades que se quedaron si el sustento, ante la complacencia de las autoridades de control y un gobierno paquidérmico que no tiene una política ambiental clara para preservar el agua: Lo peor, es que no es solo Hidroituango, en La Guajira, la represa del Ranchería, un proyecto abandonado que también ha generado mucho ruido y un foco de corrupción e ineptitud por el olvido del gobierno central.

Las amenazas contra los ríos de Colombia son diversas: Muchos, especialmente en Antioquia, el Pacifico y el sur del país, están contaminados de mercurio por la minería ilegal; El río Bogotá agoniza hace muchos años y ningún gobierno local hay podido con el problema, ahora Peñalosa dice que lo hará navegable ¿Será alguna burla?; el río Magdalena no aguanta más, todas las aguas servidas de las poblaciones que cruza y lo remata Barranquilla con todos los químicos de la zona industrial; El río Guatapurí que es la vida de Valledupar, está abandonado a su suerte, escombros, basuras, ollas de microtráfico e invasión de su causes por construcciones ilegales; ni hablar del río Cesar que recibe todas las aguas servidas de San Juan del Cesar y se completa en Valledupar con todo el residuo de la laguna de oxidación; al río Manzanares en Santa Marta se lo tragó la contaminación y así, son muchos más ríos, a pesar de ser fuentes de vida y el sustento de las personas. Aunque parece muy fácil entender que el mundo sin agua no es viable, insistimos en desforestar las cuencas ante la complacencia de las corporaciones regionales, creadas para ejercer control por tener funciones de autoridad ambiental, pero tampoco hacen nada. El panorama es triste y desolador, Colombia con un potencial hídrico inmenso, está en una carrera acelerada por acabarlo, poniendo en riesgo la subsistencia de las nuevas generaciones. Ojalá EPM atienda las recomendaciones de muchos expertos, quienes aseguran que, pese a las multimillonarias pérdidas, el proyecto Hidroituango hay que desmontarlo, antes de que ocurra lo peor. @JACOBOSOLANOC

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