La central hidroeléctrica Ituango ha sido catalogada como un proyecto gigantesco por sus dimensiones y por su capacidad de generación de energía. Gerentes del proyecto estiman que la presa generaría 2.400 megavatios por hora, es decir, cubriría el 17 % de la demanda energética del país. Semejante apuesta en condiciones normales merecería aplausos sonoros e interminables, pero esa no es la realidad, HidroItuango más bien parece un neumático con muchos huecos en el que de manera obstinada con un parche tapas uno de ellos, pero con el tiempo se abre otro.
Actualmente, el 70 % de la energía en Colombia proviene de las hidroeléctricas, (energía limpia de CO2) generación susceptible al cambio climático, debido a los periodos de sequía tipo Fenómeno del Niño. Sin embargo, está documentado que durante el proceso de construcción se produjeron daños ambientales irreparables. Ese es el origen de la crítica científica local y mundial, no es únicamente ambiental, en advertir que HidroItuango es el mayor desastre socio ambiental producido por una obra de ingeniería en el país.
La ingeniería colombiana en años recientes ha visto el desplome de sus principales proyectos. ¿Acaso están fallando los estudios de cálculo y geológicos? Interrogante que presupone irresponsabilidad con los daños ambientales e impactos sociales que conciben esos desaciertos.
La preocupación mundial para la adaptación al cambio climático enfrenta una lucha meteórica para reducir las emisiones de carbono. Simultáneamente el sector industrial desarrolla estrategias para satisfacer las necesidades de una población creciente. Esta situación antagónica no es distinta para Colombia hacia la transición y diversificación de la matriz energética, para desmonopolizar el negocio, impulsar la economía y garantizar a los colombianos energía segura a bajo costo. Hemos avanzado mediante la suscripción de los compromisos en COP21 y objetivos de desarrollo sostenible. Contamos con la política nacional de cambio climático y la Ley 1715 de 2014, promovida para el uso de fuentes no convencionales de energía.
Hay que subirse a las tendencias de la descentralización y la innovación. Asimismo, es tiempo de aprovechar nuestros recursos energéticos, para implementar macro proyectos con fuentes no convencionales de energía. En la Guajira, el sol es abundante como el viento, recursos indispensables para la generación de energía eólica y solar, con viable destino a la red de interconexión nacional. Por supuesto, los costos de estas tecnologías son temerarios en relación con la generación de energía hidráulica, empero, en América Latina, Chile, Argentina, México y Brasil, están incursionado en este tipo de proyectos. Estudios de Bloomberg, Banco Mundial y del Foro Económico Mundial, coinciden en que los costos de las tecnologías renovables se han desplomado en los últimos años y consideran que esa tendencia será una constante en los próximos años.
Hemos visto las expresiones de consternación y tristeza de los habitantes ribereños del río Cauca. El proyecto Hidroituango es un mar de dudas y riesgo latente para el pueblo que saca su sustento del río Cauca. No es para menos ese sentimiento cuando divisas la disminución del caudal de un río imponente y caudaloso.
@LuchoDiaz12