Aquel hombre estaba allí, sentado en medio de la nada, en un silencio escalofriante y vacío; era en ese momento de destierro en el que cientos de recuerdos invadían su mente; ahí estaba su pequeña Magi, quien no lo dejaba pensar en otra cosa.
No era para menos, Magi cumplía diez años y no lo veía hace unos meses. Andy no pudo permanecer con sus ojos secos, que comenzaron a inundarse gota a gota hasta que llegó a ser una gran cascada, en esa basta selva que lo miraba como un completo desconocido.
Al instante, un estallido rompió el silencio que imperaba en aquella selva.
-¡Detente ahí!- Gritó Mark.
Habían entrado en un gran campo minado, grandes explosiones sacudían la selva. Por momentos Mark cerró los ojos como si todo hubiese terminado, cuando los abrió, aquellas explosiones habían cesado y aquel hombre ya no estaba.
-¡Andy! ¡Andy! -Gritaba Mark alterado.
Lejos de ahí yacía Andy amarrado por bandidos, la noche se acercaba y la selva se hacía cada vez más oscura y fría. En algún otro lugar Mark se había resignado y pernoctó allí.
Al siguiente día, cuando el sol penetraba la selva, Mark decidió seguir las huellas dejadas por los captores de Andy. Después de un desgastador día, Mark no había encontrado nada más que huellas y solo huellas.
Después de cruzar media selva encontró a Andy en una pequeña cabaña atado de manos y pies, rodeado por sus opresores. Mark se lanzó sobre ellos y como si fuese un gran y temible gigante, tomó su arma y los bandoleros se esfumaron. Andy era libre, en una selva que lo hacía prisionero de su propio pensamiento.
El sol comenzaba a esconderse y la selva retomaba su esencia absorbente. Mark y Andy, decidieron refugiarse y durante toda la noche Andy no pensó más que en Magi. Comenzaron a cruzar el boscaje antes de que el sol ardiente los bañara.
Y de pronto…
Aquel sonido que no atendían desde el primer día en esa jungla, comenzó a escucharse cada vez más cerca, los oídos no lograban soportar tan estrepitosos sonidos que provenían del cielo.
Sin ningún aviso, allí estaba esa gran aeronave, esa que lo llevaría a la auténtica libertad, una libertad al lado de Magi. Dio una vuelta y desapareció entre las nubes, parecía que todo había terminado, el sonido ya no se escuchaba; Andy y Mark quedaron tendidos e inermes.
Pero otra vez estaba allí, el sonido de la libertad regresaba. Aquella aeronave se posó junto a ellos, subieron y luego de un largo viaje, al fin habían regresado a casa y ahí estaba Magi con una sonrisa de oreja a oreja.
Autor: Brandon Adrián Bustos Oliveros 11°03 J.T Institución Educativa Técnico Industrial Pedro Castro Monsalvo, INSTPECAM.