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Hay que atajar la revaluación

En el país se ha creado un falso ambiente en el mundo económico, parecido a la célebre frase del “Pibe Valderrama: todo bien, todo bien… Cuando las cosas son de otro tenor.  Pero, siempre habrá luces y sombras en una economía subdesarrollada como la nuestra. Ahí está la pobreza, ahí está la inequidad, ahí está la desigualdad entre regiones, la estructura tributaria, entre otros temas que ratifican que no estamos en un paraíso económico, como muchas veces se quiere pintar.
Sin duda alguna hay motivos para el optimismo, una buena tasa de crecimiento, una estabilidad política y una relativa seguridad que ayudan mucho a crear un buen clima de inversión. Pero, Colombia tiene una amplia y compleja agenda pendiente en materia económica.
Y entre esos temas pendientes está uno que no se puede dejar pasar de soslayo, como es el problema de la revaluación, y más aún cuando estamos ad portas de la entrada en vigencia de Tratado de Libre Comercio (TLC), entre Colombia y los Estados Unidos. A pesar de las quejas de algunos industriales y de los exportadores, incluyendo a los del sector agropecuario, lo cierto es que es muy poco lo que ha hecho para afrontar el proceso de revaluación y esa situación representa una seria amenaza para miles de empresas a lo largo y ancho del país.
Hay que reconocer que en el mundo económico moderno, a raíz de la globalización, no es un asunto fácil el manejo de la tasa de cambio, claro está. Pero, consideramos que el Banco de la República y el Ministerio de Hacienda tienen en sus manos una serie de instrumentos para buscar un mayor precio del dólar dentro del país y evitar que el problema se siga agravando.
En efecto, en una economía abierta, como la que tiene Colombia, el manejo de la tasa de cambio es más difícil que en un  esquema de economía cerrada, como la que tenía el país hasta la década de los noventa. Hasta ese momento se tenía una tasa de cambio controlada. Ahora, el esquema es libre, o tasa flotante, como se dice en la jerga económica.
Y en los últimos meses la economía colombiana ha sufrido una intensificación del  fenómeno de la revaluación, es decir la moneda nacional, el peso, se ha fortalecido frente a las monedas extranjeras, en particular frente al dólar americano.
La revaluación desestimula las exportaciones, y  afecta duramente a las empresas cuya producción va dirigida a los mercados externos; además, abarata y estimula las importaciones y – por esta vía- también representa un efecto perverso para la economía y el empleo nacional.  En el caso de nuestra región, por ejemplo, esa revaluación afecta a las empresas carboníferas, a los ganaderos, a los cafeteros y – en general- a aquellas empresas y personas que tienen negocios con los mercados internacionales.
Según las últimas encuestas de la Andi, para los industriales la revaluación es el segundo principal problema, luego de la baja demanda, y por encima del contrabando, la cartera, la inseguridad, entre otros. Insistimos, los más perjudicados son los exportadores sobre cuyas empresas el golpe es de frente y contundente.
Es necesario que el Banco de la República mantenga una política cambiaria consistente, que genere confianza entre industriales y exportadores, pero también escenarios menos inciertos para importadores y para quienes tienen deudas en dólares o están interesados en invertir en Colombia. En este tema de la política cambiaria la pasividad tiene un alto costo en materia de rentabilidad y empleo para las empresas afectadas.
Ante la revaluación, reiteramos, hay que tener políticas cambiarias activas, creíbles y sostenibles en el mediano plazo, lo más grave y perjudicial para el aparato productivo nacional es no hacer nada. En este sentido también son claves los mensajes en materia de política de gasto público.
A pesar del optimismo, reiteramos que la revaluación es un lunar grande, un tema pendiente, y como tal se debe afrontar para comenzar con pie derecho la entrada en vigencia del TLC con los Estados Unidos; de lo contrario se están arriesgando miles de empleo y el bienestar de miles de familias.

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