Por Óscar Ariza Daza
Hace unos días ocurrió un hecho fatal en la ciudad de Medellín que prendió las alarmas sobre la responsabilidad de los constructores de edificios y conjuntos residenciales, pero mucho más sobre el control que ejercen las curadurías y planeación municipal en los proyectos de desarrollo urbano.
El desplome del edificio Space, que ha ocasionado tanto escándalo a nivel nacional, ha llevado a cuestionar una vez más el papel de las curadurías.
Lastimosamente, en unos días, el tema terminará siendo olvidado, tal como se ha hecho cada vez que ocurre un desastre de este tipo, hasta cuando inevitablemente ocurre otro.
Si la situación en Medellín, con título universal de ciudad innovadora está así, que no pasará en Valledupar, donde los proyectos de construcción horizontal y vertical aumentancada díae inversamente proporcional, pareciera disminuir el control y la vigilancia a éstos, pues cada día crecen los problemas y descontentos de quienes compran un proyecto sobre unos planos que pintan maravillas arquitectónicas, pero en la realidad, a la hora de habitar dichos conjuntos residenciales, surgen los mil y un problemas estructurales ante la irresponsabilidad de los constructores para garantizar la calidad de las casas y de zonas o áreas comunes.
Lo cierto es que cada día la ciudad crece y empieza a colapsar en algunos aspectos como movilidad e infraestructura de servicios, consecuencia del aumento de proyectos urbanísticos; con ello también crecen problemas y riesgos ante los fenómenos naturales que sin aviso irrumpen, ocasionando desastres.
Surge la necesidad de preguntar si existen planes de prevención de desastres, en la ciudad. Si es así, deberían ponerlos en funcionamiento lo antes posible y con un alto grado de efectividad, pues es inconcebible que apenas un aguacero fuerte ponga en jaque la seguridad de la ciudad.
La fuerte lluvia del pasado viernes 18 de Octubre nos ha hecho descubrir que hay una completa improvisación en el manejo preventivo y en la reacción inmediata ante emergencias en la ciudad. La tempestad derribó, muchos árboles que tres días después seguían obstaculizando el tránsito por las calles.
El flujo eléctrico se interrumpió y no se restableció en algunos barrios hasta transcurridos dos días; las calles llenas de huecos que son inundados por el alto caudal de las aguas lluvias, siguen averiando vehículos, pese a que desde hace años los ciudadanos venimos pagando un alcantarillado pluvial que hoy no funciona con efectividad, si es que funciona.
El ventarrón además destruyó líneas de conducción eléctrica, derribó vallas y techos, poniendo en riesgo vidas humanas.
Ante esto,es necesario preguntar, ¿está preparada Valledupar para reaccionar con prontitud ante una emergencia de grandes proporciones?, ¿están los organismos de vigilancia y control en la capacidad de garantizar la protección y la vida mediante planes de prevención o se seguirá improvisando al respecto?