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Hasta cuándo Electricaribe

Los alcaldes del departamento de Bolívar dieron muestra de unidad para defender el bien común: que la población de sus municipios tengan calidad de vida con un buen servicio de energía. Se encadenaron para exigirle a la empresaElectricaribe la prestación de un buen servicio.

 

La única mandataria de la Costa Caribe, a nivel de capitales, fue Elsa Noguera, alcaldesa de Barranquilla, quien dijo que “estaba del lado de la gente”. Este es un ejemplo de protesta social digno de emular por los demás alcaldes y gobernadores de la región donde presta el servicio la empresa, quienes han mostrado una extraña indiferencia por tan penosa situación que afecta las actividades y el bienestar de todos los estratos sociales de nuestra población costeña.

 

¿Alguien conoce la opinión del gobernador del Cesar y de los alcaldes del norte y centro del departamento donde opera Electricaribe, sobre la mala calidad del servicio de esta empresa, o conocen si han hecho gestión eficaz para mejorar tan pésimo servicio?

 

Ahora que no vayan a responder que no es su responsabilidad. Ellos deben recordar y tener presente que a los gobernadores y alcaldes por mandato constitucional y legal les corresponde “promover la prosperidad general” y “asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo” para garantizar con respeto la dignidad humana.

 

¿Esto lo respeta Electricaribe? Claro que no. La protesta que se siente en el Cesar es la expresada por algunos dirigentes y fundamentalmente por la comunidad afectada por el mal servicio, que a diario lo expresan a través de los medios de comunicación sin encontrar eco en los mandatarios actuales que tiene el departamento en la jurisdicción donde hace presencia Electricaribe.

 

No se entiende por qué persiste el mal servicio si cada uno, dos o tres meses la empresa anuncia oficialmente cambios de redes, de postes, transformadores, ajustes de los circuitos. Eso sin contar las suspensiones que diariamente se presentan sin previo aviso.

 

Solo con una llovizna se va la luz, se bajan las cañuelas por las sobrecargas que hay en los barrios y los transformadores no dan abasto para estabilizar el servicio.

 

Sin embargo, los altos costos de la factura cada día aumentan sin restar las interrupciones o apagones constantes, en medio del imperio de altas e inequitativas tarifas del servicio, todo lo cual afecta con mayor rigor e implacable efecto a los estratos de menores ingresos.

¿Hasta cuándo aguantáremos a Electricaribe?

 

Categories: Editorial Opinión
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