Por: Nuris Pardo Conrado
En mi antepasada columna me réferi a la masacre colectiva sufrida por los usuarios del servicio de Energía Eléctrica, producto de la desfachatez de Electricaribe, al imponer su querer a todo trance, especialmente en las urbanizaciones, donde en principio se instalaron redes subterráneas con el aval del prestador, hoy renuente a aceptarlas por capricho o interés desmesurado, donde primero se atropella y luego se dialoga.
Podemos señalar igualmente como dejan a los usuarios sin servicio de energía eléctrica, estando al día en el pago, por el sólo hecho de no permitir que la empresa se lleve el medidor retirado para el laboratorio de su propiedad, muy a pesar que la norma legal así lo prevé, es decir, que el usuario puede enviarlo por su propia cuenta a un laboratorio diferente, acreditado por la SIC, atendiendo que la misma empresa acusadora se convierte en investigadora, como quien dice aplicar el derecho por sus propios medios.
Esta empresa perteneciente a la española Gas Natural (antes Unión Fenosa), como muchas otras prestadoras de servicios públicos, me hacen recordar a la envestida que Pablo Morillo “El pacificador“ organizó para reconquistar los territorios que había perdido el imperio en franca lid, comandado por los más fieles guerreros nativos en cabeza de Bolívar, Santander, Córdoba, Maza y otros ilustres militares.
En su mayoría los prestadores de servicios públicos no respetan los derechos ajenos, ni las leyes que les rige, las cuales son especiales, ni mucho menos dan aplicación a las normatividades procedimental internas, porque se las pasan por la faja; sin alguien que salga a brindar apoyo a los sufridos clientes – usuarios de los distintos servicios públicos, porque a más de ser víctimas del hecho, desconocen sus derechos y la manera o forma de sacarle el cuerpo, pues los abusos abundan por doquier y siempre en detrimento de la parte más débil.
Creo que el Morillo a quien me referí en principio, cuando encontraba a una persona y creía que esta pertenecía al pueblo libertado, lo interrogaba y le permitían defenderse; en este municipio y el departamento del Cesar no pasa igual, porque terminan siempre las empresas imponiendo su poder dominante, sin importarles nada, pues solo les interesa su beneficio empresarial sin interesarles la forma de cómo hacerlo.
Nadie en Valledupar, ni en lo urbano, menos en lo rural, como tampoco en la geografía del Cesar, prestan ayuda a los desfavorecidos ciudadanos atacados, maltratados, traducirlo acá, dos o tres estudiosos de la ley de los servicios públicos, conocen el régimen legal, alegan con conocimiento, sustentan las violaciones y desenmascaran las artimañas que con términos desconocidos articulan los prestadores, pero muchos avivatos, solo guacamayean, no conocen ni manejan el régimen probatorio, comienzan cobrando algunos miles de pesos, para llenar unos documentos que a la postre no dicen nada. Pero eso no es lo peor, lo funesto, lo martirizante es que ni los personeros, menos los administradores municipales, ni la administración departamental, se preocupan por nada, no hay seguridad en estos tan necesarios derechos fundamentales que se adquieren a través de los servicios públicos ya sean privados o entrega directa del Estado, que dignifican la vida de los asociados.
Actualmente, da vergüenza enfermarse, pues se somete y se atropella a los pacientes que aunque habiendo pagado su seguridad social se les aplica el castigo de la insolidaridad. Y que será de aquellos vulnerables que no cuentan con los medios para hacerse a tan necesarios servicio, en las IPS, siempre les bailan el indio, mandándolos de aquí para allá y de allá para acá y al final sale más caro el caldo que los huevos, sin que les realicen los tratamientos necesarios y la salud de los pacientes deteriorándose, mucho menos suministrarle el medicamento necesario, los pacientes son atendidos en los pasillos y sentados en sillas, pues casi siempre se encuentran que no hay cupo.
Hay que advertirle a los gobernantes que su tarea fundamental es defender primero a los más humildes, que lo merecen todo y no arrodillarse ante los poderosos como hasta ahora ha venido sucediendo hasta el punto de vincular al Sisben a su tropa de trabajadores para evitarse hacer los aportes que por ley les corresponde.
La historia la hacen los buenos y los mediocres esperemos que el tiempo avance para darle la catalogación que bien se merecen y que dependen de las acciones que realizan anteponiendo el interés general ante el particular como creemos que está sucediendo.