Emporio ganadero en la región quizás de los primeros del nuevo mundo, 1726, por la fertilidad de estas tierras para la cría ganadera.
Este hato fue fundado por el español Juan Bautista de Mier, para sostener gastos de la colonia y la guerra de España con otros países, además surtir demanda exterior, de allí partía ganado en pie, para ser llevados en embarcaciones marítimas o fluviales, estos viajes requerían aproximadamente 500 vaqueros.
El epicentro de Las Cabezas fue el municipio de El Paso y sus límites colindaban desde Valencia de Jesús hasta Mompox.
En su mayoría los vaqueros que allí trabajaban eran músicos empíricos porque el acarreo de estos animales por esos extensos terrenos así se los exigía.
Se presume que en la población de El Paso, hubo ganado perdido, que en ocasiones era sacrificado para vender el cuero y el cebo, su carne no se consumía, otra veces era recogido por negros esclavos o cimarrones, que laboraban en Las Cabezas, allí se divertían guiando con sus cantos manadas de ganado.
Los africanos en su tierra natal descubrieron la sensibilidad del ganado con la música, aquí como allá, guiaban numerosas recuas de ganado en hileras durante días, 24 horas, en largas y extenuantes jornadas, el ganado caminaba bajo la orientación extasiada de sus voces cantadoras, retando peligros que acechaban en el camino, tigres, caimanes.
Dice Tomás Darío Gutiérrez que allí en El Paso, el ganado y la música van de la mano, ahí cada hombre fue un vaquero y cada vaquero un cantador, herencia de nuestros ancestros africanos.
El encuentro de dos culturas tan disímiles en esta región, la africana y la indígena, dio como resultado el zambaje que ocasionó la explosión musical, alegría que nos dio El Paso y que inundó de música al mundo, con estilo propio.
Por ese mestizaje, El Paso fue bastión musical, emergieron personajes con grandes obras que se perdieron o fueron usurpadas.
Ciento diez bastiones musicales paseros herederos de la vena musical africana e indígena, más que la europea, trabajaron en esta hacienda, sus descendientes fueron: Juan Bautista Durán Petrel, abuelo de Alejo, gaitero y tamborero; la mamá, Juana Díaz Villarreal, cantaora y compositora; el papá de Alejo, Nafer Neonato Durán y los hermanos, Luis Felipe y Nafer, acordeoneros; además están los acordeoneros Víctor Silva y Octavio Mendoza, considerado en la época el rey del merengue.
José Antonio Serna, compositor de ‘Zoila’; Germán Serna, de ‘Sielva María’ y ‘El negro maldito’; Pedro Nolasco Martínez y sus hijos Samuel y Rafael; Carlos Serna, acordeonero ejecutante de merengue; Rosendo Romero Villareal, primo de Alejo, y su hijo Escolástico, acordeoneros, este último en su oficio de vaquero arriaba un lote de ganado de Becerril a Venezuela, conoció a Emiliano en Villanueva y se quedó allí hasta su muerte. Escolástico era el papá de Israel, fundador de ‘El Binomio de Oro’, de Rosendo y Norberto.
Alejo Durán, próximo a cumplir 100 años de nacimiento, fue el más ilustre extrabajador de la Hacienda Santa Bárbara Las Cabezas.