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Hacia una nueva sociedad política y empresarial

Por: Indalecio Dangond Baquero

Decía Peter Drucker, el grandioso gurú de la alta gerencia, que “la única ventaja competitiva de un país, de una empresa o de una persona,  verdaderamente sostenible a largo plazo, es la capacidad de aprender”. Nada más cierto que este sencillo pero poderoso mensaje, el cual pongo en práctica todos los días del año para poder aportar, a través de mis columnas de opinión un granito de arena al aprendizaje de esta nueva generación de jóvenes empresarios que están aportando al progreso de nuestra Región Caribe.
Esta capacidad de aprender por lo general nace de la capacidad de soñar, la cual ha permitido no solo conformarnos con hacer las cosas bien, sino dejar huellas. Los tropiezos y las derrotas debemos verlas como un motivo de entusiasmo para no ceder ante los obstáculos que puedan limitar nuestros resultados frente a un objetivo concreto.

Yo creo que al Cesar le llegó la hora de forjar una nueva sociedad de jóvenes  empresarios que tengamos la capacidad de volver atractivo a este departamento. Es hora que muchos profesionales y empresarios cesarences que viven por fuera y que poseen una educación avanzada, experiencias valiosas y buenas conexiones, venga a ponerlas al servicio de nuestra gente y nuestra región. Ya estamos cansados de “más de lo mismo”, no podemos permitir que el atraso y la pobreza de nuestro departamento lleguen a un punto de no retorno. La capacidad intelectual es ahora el factor determinante en la generación de riquezas, más que los recursos naturales y el capital.

Este es un proceso que nos exige tomar decisiones de una manera inteligente y organizada, con buenas herramientas y coraje para poder romper las prácticas inadecuadas de la administración pública y del modelo feudal que sigue vigente en nuestra región. Lo que nos obstaculiza el progreso en este departamento es la mala distribución de los recursos y las inversiones entre sus habitantes.
No nos echemos mentiras, aquí hay personas que viven en distintos relojes de la historia. Hay quienes viven en condiciones modernas muy buenas en Valledupar, y quienes están atrasados cincuenta años o más en Valencia de Jesús. No estoy insinuando poner en práctica una simple formula de redistribución del ingreso, lo que estoy proponiendo es la búsqueda de mejores formas de cooperación entre nuestros habitantes para reducir la brecha de la pobreza.

Esta nueva sociedad de jóvenes empresarios y políticos del Cesar debe compartir el valor que han creado con sus empleados y con las comunidades donde desarrollan sus negocios de tal manera que se conviertan en unos actores fundamentales en la reactivación económica de sus veredas y corregimientos.
Si logramos vivir en una sociedad sin desempleo, habremos derrotado la corrupción y la violencia. Yo siempre he creído que el optimismo firme y paciente siempre rinde sus frutos. Los pesimistas pueden dedicarse hablar en las esquinas, cafeterias y en la radio, ellos terminaran extinguiéndose como llama mojada. A esta nueva generación de empresarios cesarences, los invito a practicar la sabia recomendación de Shaskespeare: “Confié en que sucederá lo mejor, pero este preparado para afrontar lo peor”.

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