El hartazgo ciudadano, con manifestaciones en La Paz, Bolivia, hasta Santiago, Chile, y Monrovia, Liberia, hasta Beirut, concibe dinámicas relacionadas con la desigualdad, la corrupción y el lento crecimiento económico.
Este tipo de eventos desarrollan nuevos modelos en la gestión socio – política, en aras de procurar la restauración del Estado Social. Donde ha tenido lugar la expresión de la nueva ciudadanía, construida en sincronía con la irrupción tecnológica, mediante el aprovechamiento de la expresión y comunicación que ofrecen las redes sociales, han construido una especie de evolución de la democratización de los modelos de participación.
Los actores de la actividad política o los gobiernos no han entendido o no han querido entender, que ha cambiado el modelo de sociedad. En contraste, han usado las estrategias habituales para contrarrestar las protestas antigubernamentales.
En América Latina, el argumento ideológico es la herramienta más utilizada, con el fin de entregarle al Foro de Sao Paulo, el protagonismo ganado por la ciudadanía. No obstante, es improcedente descartar su injerencia para usufructuar la coyuntura, aunque esta organización no goza del pletórico momento como el atesorado en la década de los noventas. Basta con analizar la composición actual de los gobiernos presidenciales de América Latina.
Las ciudades de todo el mundo han crecido a un ritmo insostenible en las últimas siete décadas. En 1950, el área metropolitana de Nueva York y Tokio eran las únicas megaciudades del mundo, ciudades con más de 10 millones de habitantes. Para 1995, habían surgido 14 megaciudades. Hoy, hay 25. De los 7.600 millones de personas en el mundo, 4.200 millones, o el 55%, viven en ciudades y otros asentamientos urbanos .
Según las Naciones Unidas, otros 2.500 millones de personas se mudarán a ciudades de países pobres para 2050. La mayoría de las megaciudades modernas se encuentran en las regiones en desarrollo de África, Asia y América Latina. Allí, el aumento de la población natural en las ciudades se ve agravado por las oleadas de migrantes rurales en busca de una vida mejor.
El repaso por los hechos acaecidos en América Latina, quiero relacionarlo con el plano local y enlazarlo con el evento que tuvo lugar en Valledupar, el pasado 12 de diciembre, se trata de la exposición del estudio sobre la Planificación urbana en América Latina: el caso de Valledupar. (Estuve en el realizado en Bogotá) Los autores Jaime Bonet y Diana Ricciulli, seguramente reiteraron a los asistentes una mirada en retrospectiva de la ciudad, basándose en cartografía, archivos históricos, periódicos, entrevistas, documentos e imágenes.
La reminiscencia por el Valledupar de la primera mitad del siglo XX, describe una ferviente admiración por la visión de largo plazo, el legado de Manuel Carrerá y el primer plan de desarrollo urbano, Insfopal y el primer plan maestro de acueducto y alcantarillado, la sanidad de las finanzas públicas, la irrupción del cultivo del algodón como emblema de la vocación agropecuaria y la confianza que inspiraban los gobernantes de turno.
El panorama social y económico de América Latina, no escapa de la realidad colombiana, ni del orden local en Valledupar. Ese complejo contexto debe ser apropiado por el nuevo alcalde de la ciudad, a partir de la comprensión sobre la constante evolución del territorio y el conocimiento del modelo de sociedad que se viene gestando.
La inobservancia o ignorancia supina o creer adrede que la ciudad es todavía de casitas de bahareque y no un sistema en constante evolución, conllevó al desarrollo de los factores que definen la fragilidad urbana. Contrarrestarlo es la tarea inmediata.