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Hablemos de Paz, pero de verdad

Con la convicción de que muchos de los que inspiran este escrito no lo leerán por mi sola condición de  militante del partido Centro Democrático, escribo estas cortas líneas no para señalar ni juzgar y menos para condenar a quienes de manera, digamos incomprensible, se auto califican amigos de la paz pero piensan, se expresan y actúan como verdaderos guerreros, para extenderles una sentida invitación a reconsiderar y empezar a transitar por el camino de la reconciliación nacional.

Debo decir que antes he hecho una reflexión franca y a fondo y aunque creo que a ninguno he señalado, ni juzgado, ni condenado, si manifiesto con la mano en el corazón mi propósito inquebrantable de no caer en la misma actitud que hoy reprocho.

De Santos para abajo, en el Gobierno identifico algunos, como los ministros del Interior y Defensa, pero la campeona, de lejos, es la Canciller, a quien escuché en una entrevista 48 horas después del plebiscito decir que Colombia había votado con odio y que además le parecía que ese mecanismo de consulta le parecía “terrible”, si señores, terrible, ¿qué tal? calificar de esta manera y en un país esencialmente demócrata, la consulta al pueblo sobre un tema vital y sagrado como la paz.

Al lado de los altos funcionarios están los políticos guerristas y dueños de la inexplicable preferencia de los medios, pareciera que pagaran para que los entrevisten, aparecen en cuanto noticiero y entrevista hay, tanto en radio como en televisión, se destacan los Roy y Benedetti, las Claudia y el inefable dragón de la izquierda Iván Cepeda, tanto es que al lado de los nombrados la exsenadora Piedad Córdoba aparece conciliadora y tranquila.

Hay un tercer grupo, es el de algunos generadores de opinión, condición de superior responsabilidad y honor, que muchos poseen pero no merecen, la de semana en vivo, el excomandante Gonzalo, una Gil y un Ávila, mi profesor Ramiro Bejarano, entre otros en lo nacional y en lo local una recua, que va desde el admirado, apreciado y muy respetado doctor José Romero Churio hasta algunos engreídos y fatuos académicos que pareciera se ocupan más de cualquier cosa menos de la sagrada misión de enseñar y ayudar a través de la formación en valores a construir verdaderos escenarios de paz.

Del lado del NO y particularmente del CD, también los hay, no dejan pasar un instante o la más mínima oportunidad para descalificar a los amigos del acuerdo logrado en La Habana, firmado en Cartagena y desaprobado por la mayoría de los colombianos.

Para que no hayan vencedores ni vencidos los primeros deben encontrar en el Nobel y en la altísima votación que obtuvo el SI y los segundos en las mayorías logradas por el NO el mejor argumento para renunciar a la confrontación.

A todos e incluyéndome, les propongo trabajar en un escenario de mayor tolerancia, mayor respeto y mayor compromiso con el derecho de los colombianos a vivir en paz, nadie quiere la guerra, nadie se debe o puede beneficiar de ella, es un anhelo nacional, es un deber de quienes lideran, opinan, trabajan o proponen argumentos de reconciliación, abajo las caretas, busquemos con sinceridad esa paz, para nosotros, para nuestros hijos, para el futuro y para la historia, hagámoslo para honrar a las víctimas y para cumplir el mandato del más grande, del más humilde, del maestro del amor, del buen Jesús, el Nazareno, ¡el Dios vivo hecho hombre!

Fraterno abrazo a los nombrados y a los aludidos, a ellos y a todos los que hayan recibido de mis palabras o acciones ofensa o humillación les pido perdón y les ofrezco mi mano de hermano.

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ANIBAL ARIZA: