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Habla el experto

MalcomDeas, historiador inglés conocedor de Colombia, analiza la coyuntura en la revista Contexto. Sus opiniones, en medio de una nueva jornada de protesta valen la pena leerlas.

“Colombia pasa por una crisis en la cual un gobierno que no le llega al pueblo confronta una protesta que no logra definirse con claridad, ni en sus demandas ni en su liderazgo, pero que tiene su base en un gran descontento. Dudo que las protestas tumben al gobierno del presidente Duque, que alteren el calendario electoral o los mandatos constitucionales que rigen a los poderes locales o a las Fuerzas Armadas. No creo que se vaya a dar una censura oficial o medidas en contra de las libertades básicas de los colombianos…”.

“Una reflexión aún menos precisa: el poder en Colombia ha sido y sigue siendo difuso. El sistema es poco rígido. Eso puede ser una fortaleza o una debilidad. Hace unos años, durante los paros motivados por la dignidad agraria, hice un ejercicio hipotético que me hizo abandonar mi anterior convicción de que el general Santander era el fundador del sistema político colombiano, un sistema con elecciones dirigidas desde arriba, mucho abogado, mucha gaceta, mucho puesto para los leales, etc., y era remplazado con la figura del Arzobispo Caballero y Góngora, quien tuvo que enfrentar a los Comuneros. No creo que mi observación fuera enteramente frívola, y no quiero ser frívolo frente a la protesta actual con su alto número de muertos, pero el argumento es el siguiente… el Arzobispo se enfrentó a una gran protesta que no tuvo ninguna fuerza para reprimir. Entonces, mandó emisarios a negociar, hizo concesiones e hizo promesas. 

Luego incumplió con algunas de las promesas. Frente a los paros agrarios y dignidades de años recientes el gobierno mandó emisarios, con cheques y promesas, y luego incumplió algunas promesas, quizás por la imposibilidad de cumplirlas. Noté un patrón, que toca gobernar a Colombia haciendo promesas que no pueden ser cumplidas”.

Al preguntársele sobre lo que ocurre actualmente dice:

“Me parece obvio que unas protestas de estas dimensiones tienen un profundo sustrato de descontento y frustración. Al tiempo reconozco que no son totalmente espontáneas, no nacen de ningún incidente, tuvieron su fecha anunciada. Que hay grupos que tratan de infiltrar y hacer violentas la protesta es probable. Las dos cosas, descontento e infiltración, no son nada nuevo. Ciertos elementos pescan en río revuelto, pero no constituyen el río”. 

“Así resumí hace poco mi visión del sistema político colombiano: ‘Alta estabilidad, difusión del poder, amplias libertades, régimen empedernidamente civilista, débil capacidad de represión, orden público precario, alta violencia que afecta principalmente a los estratos bajos, calendario electoral fijo, electorado variado; desde cautivo, pasando por clientelista negociador, hasta de opinión, legalista y leguleyo. No hay virrey pero sobreviven la audiencia y los oidores. En Colombia hay más abogados por cabeza, según entiendo, que en todos los otros países. Poco populista, esencialmente reformista, poder presidencial limitado, manejo económico estable, lucha muy visible entre el bien y el mal, mucha protesta”.

Categories: Editorial
Redacción El Pilón: