La adicción que le costó a Adrián Santos sus estudios de Diseño industrial en la Universidad Industrial de Santander, dejar sus propiedades y escapar de un centro de rehabilitación inició con un solo consejo: “pruébala, te relajará”.
Hace más de 40 años Santos estudió en el Colegio La Salle en Bucaramanga, con los curas. En aquel 1975 se le dio por hacer caso a lo que le insinuó su amigo de habitación: aspirar humo del cigarrillo largo y lleno de hierba que había conseguido en el centro de la ciudad.
Esa hierba era marihuana. Adrián también fue persuadido para que probara bazuco, un derivado de pasta base de cocaína, que es la droga más barata del país, pero una de las más dañinas para la salud de los consumidores.
“Lastimosamente uno cae en el error porque uno se acostumbra a hacer lo que hacen los demás. No es para considerarlo facilismo, pero muchas a veces uno lo hace por complacencia”, lamentó Santos, quien actualmente se dedica a recorrer las calles de Valledupar, cumpliendo su rutina diaria, que incluye dos y hasta tres dosis de bazuco, una comida y si alcanza el dinero aparta una habitación para no dormir en la calle.
“Quieres que te diga algo: el que prueba la droga por primera vez siente le da calor y le inyecta una euforia que es inexplicable. Para saberlo tendrías que consumir eso que Juan Luis Guerra llama la bilirrubina en la canción. Es como el gusto y de una vez te provoca repetirla. Cuando pasa eso no dudes que viene el fracaso para tu vida”, concluyó en su diálogo con EL PILÓN, frente de una casona del Centro Histórico de la ciudad.
En sus ojos se reflejan noches enteras de sueños, alucinaciones y desafíos. Con sus pies colgados sobre el tallo de un árbol de mango y mirando el cielo, este hombre confesó que a los 12 años consumía licor con varios jugadores del equipo Atlético Bucaramanga, a quienes les servía como terapia de relax con sus cuentos, anécdotas y sueños de niño.
“El cannabis sativa es una droga alucinógena, te pone a ver locuras. Pero la cocaína es una droga fortalecedora, que te excita y te lleva al cielo, te sube fuera del mundo; aunque después, cuando pasa el efecto no sientes ganas de hablar con nadie, ni con tu propia mamá. Es un error consumir cualquier clase de droga, incluso el alcohol, porque todo puede comenzar con un trago de ron o un whisky”, afirmó.
¿Y dónde la compra? ¿Es fácil?, se le preguntó.
-Solo necesito un minuto de celular, cuando quiera colgar el domicilia estaría listo con el encargo. Respondió.
Además señaló que hay una zona conocida como La Macarena, en la margen derecha del río Guatapurí, al oriente de Valledupar, donde se consigue droga a cualquier hora, donde los jíbaros ponen a consumidores de drogas a competir, en carreras atléticas, por una dosis de bazuco.
“La droga te genera cuestiones psicológicas, crees que puedes ser mejor en tu oficio drogado y eso es mentira. No hay mejor droga que la realidad. Conocí un amigo que si no se soplaba tres gramos de cocaína no tiraba una pincelada para pintar un cuadro y así se consideraba el mejor escultor”, comentó Adrián Santos, nombre que pidió para referenciarlo en el artículo.
“Adrián Santos, así me decían cuando cantaba en los bares y después me pagaban con cervezas”, recordó.
Como esta historia, se repiten muchas. El sector céntrico de la capital cesarense es el más apetecido para los habitantes de calle; primero por la concurrencia de personas a las que les pueden pedir dinero y una segunda razón está vinculada a la facilidad que les genera estar a pocos metros del considerado ‘Bronx vallenato’, como es La Macarena.
La moda en Valledupar
Los consumidores de drogas alucinógenas están en todos los estratos sociales, algunos caen en ese mundo por moda y los más infortunados caen adicción. Los jíbaros trabajan con claves a través de llamadas telefónicas, no le venden a todo mundo y no hablan con cualquiera que quiera ser su cliente, debe ser recomendado.
Quienes no tienen control son los vendedores del Nueve de Marzo, El Pescaíto y La Macarena, tres asentamientos considerados en zona de alto riesgo por la Oficina Asesora de Planeación Municipal y que deben ser reubicados por estar sobre la margen derecha del río Guatapurí.
EL PILÓN denunció en julio de este año, por medio del informe: ‘Los campaneros’ de La Macarena, que niños asentados en esos sectores son utilizados como centinelas o ‘campaneros’ de las redes de microtráfico. Los menores de edad, según la Policía Nacional, han venido siendo reclutados por grupos de delincuencia común dedicados a la venta de estupefacientes, para alertar sobre la presencia de la fuerza pública o integrantes de otras bandas que llegan a la zona.
“No son mafias, son grupos de delincuentes que se aprovechan de estos jóvenes que no tienen nada que hacer. Los enredan y los meten al consumo y allí los menores de edad terminan buscando los recursos para seguir consumiendo”, declaró en esa ocasión el comandante operativo de la Policía en el Cesar, coronel Mauricio Bonilla.
Pero en ese sector ubicado en la comuna uno de la capital del Cesar no solamente hay venta de drogas, también puede conseguirse un arma alquilada para atracar o asesinar, así como vender elementos hurtados, tal como lo describió Adrián Santos.
“Una bicha de bazuco sirve para que hagan una carrera entre locos. Esos manes (habitantes de calle) se ponen a correr esas calles, llenas de piedras, sin zapatos por ganarse esa cosita”, dijo Santos.
En la margen derecha nada es comparado con los precios reales de las drogas en el resto de la ciudad, donde cinco gramos de cocaína tienen un costo de 20.000 pesos, mientras que la marihuana cripy, que es marihuana hidropónica y considerada la de moda en Valledupar, tiene valor entre 2.000 y 5.000 pesos por tabaco. El bazuco, siendo la droga más barata, tiene precios entre los 500, 1.000 y 5.000 pesos, todo depende de la calidad y cantidad que pida el cliente.
Los consumidores aseguran que la cocaína muchas veces es mezclada con pastillas analgésicas y eso produce la sensación de adormecimiento en el cerebro.
Por ahora, la Policía Nacional trabaja en una estrategia de seguridad que se multiplica en tres etapas: choque contra la delincuencia, intervenciones y patrullajes en sitios vulnerables y, por último, actividades de prevención y participación comunitaria.
Problema social y de movilidad
Los habitantes de calle se han convertido en un inconveniente “social y de movilidad”, asegura el concejal Carlos Daza Lobo, quien prepara una proposición para tratar la intervención a los habitantes de calle por la Alcaldía de Valledupar.
“Es una preocupación visible y a raíz de eso queremos abrir un debate para que la administración nos entregue un diagnóstico con respecto a esta creciente población de calle. Necesitamos saber si hay una caracterización, además de la alcaldía y las otras entidades que a nivel nacional trabajan por recuperar este tipo de personas que ya no solamente son de Valledupar porque ahora hay habitantes de Chile y Argentina. Queremos saber cómo ayudamos esta población, lo que no queremos es atacarla”, indicó Daza Lobo, especialista en gerencia pública.
Ayudas
Al problema no solo le están haciendo frente las autoridades del municipio, la comunidad cristiana Adoremos y sus integrantes han creado la denominada ‘noche de amor’, en la que invitan a limpiavidrios, indigentes, niños sin hogar, entre otros, para brindarles atención especial.
Entre 250 y 300 personas realizan brigadas de salud, brindan secciones de peluquería, así como entregan mercados, le celebran día de cumpleaños, entre otras actividades, un domingo de cada mes en el que logran atender hasta 100 habitantes calle.
“Encontramos el enfoque de que muchos adultos de la calle fueron rechazados cuando niños por sus padres o por lo general son jóvenes sin padres. Esa creo que es una de las problemáticas más fuertes que abundan entre ellos”, declaró Luis Antonio Coronado, pastor de la comunidad.
Caracterización
Desde la Secretaría de Gobierno Municipal se adelanta un censo o listado censal para conocer los por menores sobre la población que habita en las calles de esta ciudad. Esas acciones vinculan además a la Secretaría de Salud y por eso la jefa de esta cartera, Claudia Margarita Zuleta Murgas, advirtió que se generó una alianza y por medio de un recurso humano están recorriendo la ciudad identificando el tipo de personas que no tienen techo propio.
“Estamos levantando el censo y cuando tengamos esa caracterización podremos saber cuántos son de Valledupar, porque nos hemos dado cuenta que existe una población flotante. Así sabremos las edades, entidades de salud a que están afiliados, si la tienen, a partir de ahí implementaremos unas medidas desde el gobierno municipal”, apuntó la funcionaria.
Zuleta Murgas advirtió que hasta el momento han detectado población de otros países como Venezuela, pero flotantes, porque llegan y permanecen dos o tres meses y luego salen de Valledupar.
En Valledupar las drogas más comercializadas en el mercado alucinógeno son la marihuana, marihuana cripy, bazuco, perico o cocaína.
Uno de los problemas para la alcaldía de Valledupar es que no tiene caracterizados el número de habitantes de calles que permanecen en la ciudad. En la actualidad trabaja para ello.
El Observatorio de Drogas de Colombia indica que del total de consumidores de drogas ilícitas en el último año, el 87 % son consumidores marihuana.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN
carlos.jimenez@elpilon.com.co