“El trato diferencial que deben recibir las comunidades étnicas de parte de las instituciones públicas, respetando sus costumbres y cosmogonía, muchas veces se convierte en una limitante para trabajar por su bienestar, por eso para avanzar en esta tarea, la clave ha sido la construcción de acuerdos”.
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, tiene garantizada la alimentación escolar este año para un total de 143 mil 720 cupos de estudiantes de preescolar y primaria en el departamento del Cesar. Niños, niñas y adolescentes matriculados en el sistema educativo público recibirán desayunos, almuerzos o refrigerios con el propósito de brindar un aporte nutricional que cubra hasta un 30 por ciento del valor calórico que requiere un niño.
El Programa de Alimentación Escolar PAE aporta en sus minutas bebidas lácteas, proteínas, cereales, frutas, dulces, grasas y Bienestarina para los desayunos y en los almuerzos son enriquecidos con sopas y tubérculos.
Las minutas están construidas con menús diferenciales que incluyen alimentos autóctonos y tradicionales si se trata de una comunidad indígena.
A pesar de la bondad de programa, no es fácil implementarlo en el interior de esta población, porque deben recibir un trato diferencial que respete sus costumbres y creencias. El director del ICBF regional Cesar, Alberto Esmeral habló sobre la experiencia del programa PAE con las comunidades indígenas.
El Pilón: ¿Por qué la mayoría de los operadores del Programa de Alimentación Escolar son indígenas?
Alberto Esmeral: Hay unos programas que no se pueden contratar si no con los grupos étnicos porque ellos tienen su propia jurisdicción y autonomía administrativa. Los resguardos indígenas son entendidos en la Constitución como unidades políticas administrativas, tienen sus cabildos gobernadores, en el caso de los arhuacos es Rogelio Mejía; con él se hace un contrato para el PAE, que garantice en toda la zona indígena y en colegios la prestación de ese servicio con un enfoque diferencial.
E.P: ¿Cómo se entiende en enfoque diferencial para este caso?
A.E: Lo que para nosotros puede ser muy sabroso, para ellos en su formación, en sus costumbres puede no serlo. Además ellos, hacen culto a la Madre Tierra y cuidan mucho de la naturaleza. Nosotros no siempre hacemos buen uso de las basuras y desechos que se desprenden en estos programas, por eso ellos han sido reluctantes a ciertos proyectos como el programa Desayunos Infantiles con Amor, que viene empacado en una cajita de leche con un insumo de unas galletas fortificadas con hierro, ácido fólico y zinc. Esto es un excelente desayuno mirando los componentes que tienen pero ellos se niegan a recibir eso porque priorizan a la Madre Tierra por encima de la ingesta de los niños.
E.P: ¿Cómo funcionan los hogares comunitarios en la zona indígena?
A.E: Los hogares comunitarios en la zona indígena también son muy difíciles de instalar porque las distancias que hay entre las casas más cercanas están entre 20 y 30 minutos y hasta más de dos horas. Si montamos hogares comunitarios el niño tendría que salir de la casa a las cinco o seis de la mañana para llegar a la siete, sin contar con los riesgos que corre en el camino, entonces la misma autoridad indígena dijo que en su territorio no aplicaban los Hogares de Bienestar.
E.P: ¿Qué otras limitaciones tienen que sortear para cumplir con esta tarea en la zona indígena?
A.E: Hay unas limitaciones que las imponen las diferencias culturales y el tratamiento cultural que hay que darles. Ellos no conocen de la Semana Santa ni los días festivos por eso reciben clases de lunes a viernes, incluyendo las fiestas santas. Por esta razón con los colegios también tenemos que hacer muchos ajustes. En Nabusímake, por ejemplo, funciona un internado con 60 estudiantes, que no solo reciben ingesta los días de semana sino los sábados y domingos. El trato es diferencial porque hay que garantizarles la de los fines de semana y no solo dos, sino tres comidas. Con esto se solucionan las grandes distancias que hay entre una casa y otra. Actualmente están vinculados a los programas PAE y Centros de Recuperación Nutricional cerca de cinco mil 550 niños de la etnia arhuaca.
E.P: ¿Funcionan las mismas reglas para toda la zona indígena o son diferentes en otras zonas?
A.E: Cada territorio indígena tiene una cosmogonía muy distinta, los kakuamos, tienen también sus saberes y su historia. Con ellos construimos una línea distinta a la de los arhuacos. Con ello tenemos un CDI maravilloso en Atánquez, que atiende a 120 niños y la madre comunitaria es nativa. Aquí los hogares comunitarios pueden funcionar mejor porque la población está más concentrada. Con los wiwas, la población es más de la zona del Magdalena que de la zona del Cesar, pero igual los atendemos en dos partes.
E.P: ¿Y cómo atienden a los yukpas que son más dispersos todavía?
A.E: La población yukpa es inferior pero tienen unas condiciones nutricionales muy precarias porque ellos son todavía seminómadas y pocos hablan el español. No tienen el concepto de propiedad privada. Ellos se meten a una finca y si quieren sembrar, siembran pero, la mayoría de la veces viven de lo que les da la tierra.